¡Hey, cuidado con el “Síndrome del Profesor Intocable”!

Por Carlos Muñoz, estudiante de medicina

En nuestros años de estudiantes universitarios debemos asistir a clases impartidas por personas con las más diversas cosmovisiones y cuyas formas de relacionarse con sus alumnos van desde las propias del quehacer didáctico y dignas de admiración, hasta conductas reprochables y que no describiré aquí, pues mancharían este escrito y su propósito.

Siendo yo un asiduo lector de editoriales en los diferentes periódicos de circulación nacional, varios años atrás, me encontré con una publicación del destacadísimo maestro del periodismo dominicano, vegano como yo, Rafael Molina Morillo, a quien admiro inmensamente, en la que hablaba de quién era más importante, el que brinda un servicio o el que lo recibe. Hago mención de esto porque es la base de lo que escribo.

Si no hay a quien brindarle el servicio, el servicio no se brinda. El usuario del servicio es quien da sentido a la existencia del mismo; no obstante, se tiende a endiosar al servidor: es más importante el chofer y no el pasajero, el vendedor y no el comprador, el médico y no el paciente, el profesor y no el estudiante, cuando debería ser a la inversa. ¿Qué es eso de profesor intocable y qué tiene que ver con todo esto? El profesor intocable es un producto de la dinámica antes mencionada.  Entiende que es el actor más importante del proceso enseñanza-aprendizaje. Es un individuo que valora más sus supuestas competencias que el cambio que su influencia pueda generar en sus pupilos. Ese que al término de la cátedra sale corriendo cual tranvía a la velocidad de la luz, evitando que algún alumno ose abordarlo ya que, penosamente, entiende que es superior tanto por su posición como por sus conocimientos. Además, nunca conoce a sus estudiantes ni por su apariencia ni aún por sus nombres.

Hay un dicho muy nuestro que reza: “Debajo de cualquier yagua sale tremendo alacrán”, y esto es algo que el profesor intocable pasa por alto. Entre esos 30, 40, ¿60? bachilleres que asisten a sus “cátedras” (lo adecuado sería decir “a su expresión genuina de una arrogancia descomunal”), hay unos chamaquitos brillantes, excepcionales, ¡verdaderos intelectuales! que usted pasa por alto. ¡Grave error! De ahí salen los Isaac Newton, los Albert Einstein, los Stephen Hawking... De hecho, ahí podría estar el futuro Premio Nobel de Fisiología o Medicina.

 Aparecen unos jovencitos ahí sentados, profesor, en esas butacas, viejas, no tanto por el uso sino por el maltrato, quizás vistiendo ropa menos suntuosa que la suya, y provenientes de los más vulnerables y marginados barrios y campos, que no llevan una sortija ni guardan un diploma que avale su formación y los conocimientos que por sí mismos han forjado, pero que en la mayoría de los casos manejan con maestría los temas que quizás usted no. No los subestime ni asuma posturas en su contra.

Doctor, hay que humanizar la enseñanza de la medicina, tratar al otro como a usted le gustaría ser tratado o que traten a sus hijos, a los que usted ama. Sin los estudiantes, usted no sería profesor. Entendemos que la enseñanza no sea su vocación, pero al menos dignifique su ocupación y que los fondos que nuestra academia le otorga sean justificados tanto con una enseñanza de alto nivel como con un trato que promueva las más afables relaciones humanas, conjugando apropiadamente la cercanía con la distancia.

El profesor intocable pasa a la historia, sí, a la historia del olvido; contrario al profesor que, además de ser competente, es HUMANO, con sensibilidad social,  flexible, solidario, justo. Pongamos el ejemplo del doctor Zenón Liriano, maestro de la medicina social moderna, humanística, un hombre que además de estar muy bien preparado en su área, es motivo de admiración en UASD Santiago por ser sinónimo de disciplina, responsabilidad, respeto, eficiencia, orden, de buen trato. Es alguien que influye positivamente en sus alumnos y ellos lo recuerdan con satisfacción. Su influencia persiste para la posteridad.

 ¿Y qué decir de Fior Lizardo? En los tiempos de Química Orgánica, allá en el campus de La Barranquita, era todo un deleite asistir a clases con una persona tan cordial, sociable, con un estilo tan único de enseñar, familiar, con tanta maestría. ¡Qué maravilla!

Esas cátedras de Historia Dominicana del maestro Carlos Sosa, ¿quién podría contar mejor nuestro pasado, de forma tan sencilla y a la vez tan esplendorosa? Con tanta destreza y con términos coloquiales como que “El 'tíguere' de Colón le daba muela a la reina”. Era una Historia que todos entendían y que, además, disfrutaban y aprendían. Aparte de que como persona, es alguien de nobles principios, educado, con muy buenos valores y promotor de esos valores y principios en el aula.

La maestra Yenelsy Páez, con sus clases tan acogedoras, creando siempre un clima de confianza y respeto mutuo. Un ser afable, humilde, defensora de la paz y las relaciones humanas armónicas,  con muy buenas estrategias didácticas y preocupada por el bienestar de sus alumnos.

Y, por último, la maestra María Galicia, de Letras. Es una de mis predilectas, le guardo un gran respeto y admiración. Cuando pienso en ella, me llegan las palabras “maestría” y “deleite”. Y es que era un deleite contemplar la maestría con que Galicia desarrollaba los temas en clase. Es de destacar también su esmero por que el estudiante adquiriera las competencias y, su sentido humano, considerando y siendo flexible cuando había situaciones adversas que  les afectaban.

Es gente que hace la diferencia. ¡Qué paradoja! Estos que actúan según la norma, resulta que son la excepción. Por algo siempre les  recuerdo, pues como dije anteriormente, el intocable pasará a la historia del olvido, más el gentil será recordado, respetado y admirado siempre.

Ya lo decía aquel gran maestro llamado Jesús: Que el primero entre ustedes sea su servidor. Profesor, el protagonista en la clase es el alumno. Sírvale de puente al conocimiento. Permítale  acercarse y verá que eso a usted no le resta, más bien le enriquece. No sabe de lo que se pierde. Aún está a tiempo de ser recordado. Comience hoy, influya para bien… y déjese TOCAR.

No te pierdas una noticia, suscribete gratis para recibir DiarioSalud en tu correo, siguenos en Facebook, Instagram, Twitter, Linkedln, telegram y Youtube

Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad