Neurocriminología y factores biológicos de la conducta violenta

Continuación 

Autor: Dra. Katty Gomez, Médico Psiquiatra, experta en Psiquiatría Forense, Perfiladora Criminal con un Magíster en Análisis e Investigación Criminal, Certificada por la Cifal Argentina (193 países).

IG: @dra.gissellegomez.

III. Conclusiones

Ciertamente la neurocriminología trae consigo grandes retos y a la vez ofrece oportunidades para el desarrollo de nuevas teorías en el ámbito criminológico, donde daría respuesta y explicaría la conducta violenta del criminal.

Los conocimientos en esta área del saber nos muestran su relevancia e importancia a la hora de ver el contexto de una conducta violenta que en muchos casos el resultado es una agresión al a la sociedad y por ende su aplicación al sistema jurídico resulta de una gran utilidad. Esta ciencia podría solucionar los conflictos generados en la criminología, incluso sus conocimientos pueden aplicarse en el Sistema Penitenciario.

Sin embargo, es necesario puntualizar que en el sistema jurídico penal existe cierta disparidad por el hecho de que, al analizar los factores biológicos que contribuyen a desencadenar la conducta violenta, el criminal y/o delincuente violento podría ser considerado como víctima de una enfermedad genética o de una disfunción a nivel del encéfalo. Por lo tanto, al momento de reprochar una conducta y adjudicar una responsabilidad penal podría ponerse en duda ya que estos sujetos podrían padecer anomalías o alteraciones neurobiológicas que afecten su capacidad intelectual o volitiva. Además, continúa en debate ante la posible manipulación de la conducta violenta a través de modificaciones viables (como la realización de una amigdalectomía o la implantación de castración química), debido a diversas implicaciones éticas, morales, de Derechos Humanos y la aplicación de los neuroderechos.

La neurocriminología de la psicología en la conducta violenta es necesaria, aunque consigo cargue ciertos conflictos, si bien la investigación neurocriminología está lista para que muchos de los hallazgos científicos puedan ser pruebas introducidas como factores atenuantes en la fase punitiva de un caso penal, lo que indica que el mundo posee un amplio camino a seguir y ir de manera paulatina ejecutando los cambios a nivel legal par a que de manera efectiva y eficaz se apliquen las ciencias del derecho, las cuales en toda nación promulgan el cumplimiento a nivel constitucional de preservar los derechos humanos de cada individuo. El deseo de sanción de un delincuente no es mayor a necesidad de preservar sus derechos fundamentales y desde la mirada científica las respuestas brindadas por las neurociencias son objetivas.

Esta revisión, evidencia la multifactorialidad de la conducta violenta y de los diversos factores involucrados, donde recorre incluso desde la concepción, genética, neurodesarrollo, marcadores biológicos, estructuras cerebrales, lesiones etc.

Los aportes de la investigación neurocriminología está lista para que muchos de los hallazgos científicos puedan ser pruebas introducidas como factores atenuantes en la fase punitiva de un caso penal, lo que nos indica que quedan luchas por librar, ya que existe alta resistencia a las neurociencias en este ámbito, no así cada día existen mayores evidencias que dan soporte a los factores biológicos que predisponen a la conducta violenta.

Los aportes brindados por la neurocriminología, podrían ser usados en la prevención, diagnóstico y tratamiento de la conducta violenta, y como si fuese poco en la disminución de probabilidad de reincidencia de la violencia.

Ciertamente no está libre de cuestionamientos de tipo moral y ético, pero es entendido que con la aparición de los neuroderechos existe una posibilidad de salvaguardar los derechos de cada individuo; esta ciencia se está convirtiendo en una importante influencia en el enfoque social del comportamiento violento y criminal.

La neurocriminología positiva posee toda su concentración en los procesos positivos como son: la empatía, el altruismo, las emociones positivas y la conducta prosocial, lo cual implicaría que su uso beneficia las sociedades a la hora de crear políticas públicas criminales donde la prevención y el adecuado tratamiento sea el foco a seguir. 

Finalmente, la conducta violenta es una responsabilidad de todos y aplicar todo lo que sea necesario y vaya en beneficio social es necesario, para brindar naciones donde la paz sea el norte y el desarrollo de la misma sea consecuente a una nación sin violencia.

Esta revisión, muestra cómo la neurocriminología sienta bases psicobiológicas que explican y dan respuesta a este tipo de conducta que como resultado se evidencia la violencia. Así mismo, muestra la importancia de aplicar estos conocimientos en el ámbito jurídico, demuestra en todo su esplendor la importancia de conocer cómo funciona el encéfalo humano y de los beneficios que acarrea el uso de estos datos a la hora de aplicar el derecho penal y tratamiento. Ciertamente hay mucho camino por recorrer, pero el avance es indetenible.

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