Publican síntesis de información científica sobre dolor músculo-esquelético

El dolor músculo-esquelético (MSK) es, actualmente, la segunda causa de discapacidad en el mundo- las enfermedades mentales son la primera-. Así lo afirma el investigador del Departamento de Fisioterapia de la Universidad de Málaga Alejandro Luque, quien utiliza el término “la pandemia oculta” para referirse a estas dolencias entre las que se encuentran la lumbalgia crónica, la artrosis o el dolor cervical, por ejemplo.

Con el objetivo de describir los pensamientos, emociones y comportamientos de personas que viven con dolor crónico, investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud han elaborado la primera y mayor síntesis de información que existe en el mundo.

Se trata de una “revisión de revisiones sistemáticas”, lo que se conoce en el ámbito científico como ‘umbrella review’, que incluye el análisis de más de 280 artículos de la literatura mundial con información de los pacientes, recogida a partir de entrevistas y no en base a cuestionarios. Los resultados han sido publicados en la revista ‘Journal of Orthopaedic and Physical Therapy’ (JOSPT), considerada la número tres del mundo en el campo de la rehabilitación.

El paciente en el centro del tratamiento

“Es el primer trabajo global que recoge cómo se sienten, afrontan y se comportan aquellos que padecen dolor MSK, así como el impacto de estos con su entorno familiar, social y laboral”, señala el profesor de la UMA Alejandro Luque, quien asegura que esta información es fundamental para situar al paciente en el centro del tratamiento sanitario.

El experto destaca la importancia de haber podido trabajar con entrevistas, hecho que ha permitido conocer gran cantidad de relatos y expresiones comunes como “mi dolor es incurable, invisible, omnipresente o insoportable…”, entre muchas otras. Acercarse a la manera que estas personas afrontan el dolor, bien de forma activa o pasiva, ha sido otra de sus ventajas.

Tratamientos de precisión

Este trabajo resalta la importancia de tener en cuenta no solo el historial clínico, sino también los pensamientos y emociones, además del modo de afrontar la enfermedad, que tienen las personas sobre su dolor. El objetivo final es conseguir diseñar tratamientos de precisión.

“La toma de decisiones debería considerar ambas informaciones, ser consensuada con el paciente, capacitándolo para que pueda manejar el mismo su dolor, siempre con el acompañamiento del profesional de la salud y del entorno familiar”, explica Luque.

Fuente: UMA

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