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Neurocriminología y factores biológicos de la conducta violenta

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Continuación

Autor: Dra. Katty Gómez, Médico Psiquiatra, experta en Psiquiatría Forense, Perfiladora Criminal con un Magíster en Análisis e Investigación Criminal, Certificada por la Cifal Argentina (193 países).

IG: @dra.gissellegomez.

2.1. Estructuras Cerebrales involucradas en conductas violentas

La tecnología a nivel de neuroimágenes ha ido en avances en los últimos tiempos logrando obtener resultados indicadores de alteraciones estructurales en el cerebro que suponen conductas violentas. Según los resultados obtenidos mediante técnicas de neuroimagen realizadas por Raine y Buschabaum (1996), se observó que distintas áreas cerebrales mostraban alteraciones estructurales, que podrían predisponer a conductas delictivas. Las áreas destacadas para el desarrollo del funcionamiento de conductas desviadas, violentas incluyen: regiones dorsal y ventral de la corteza prefrontal, la amígdala, el hipocampo, el giro angular la corteza cingular anterior y la corteza temporal (Anexo Fig. 2). Alterando áreas que activan funciones como: el juicio moral, haciendo que la conducta reflejada sea desviada de manera significativa. (Dajas F., 2010).

Múltiples investigaciones avalan la alteración de estructura y función del área prefrontal anterolateral y orbitofrontal del cerebro, en individuos con conductas violentas. Se infiere que una alteración anómala frente al ambiente, es un antecedente natural de un comportamiento desadaptativo. Sin embargo, debe destacarse que estos estudios aún presentan ciertas problemáticas para la aplicación de sus métodos de estudios, ya que la mayoría de los experimentos realizados se basan únicamente en estudios de casos y no experimentales. A partir del año 1998 se dio inicio a estudios usando la Resonancia Magnética (RM), con la finalidad de evaluar los déficits cerebrales en grupos antisociales, específicamente con varones que no estaban institucionalizados. (Mattson M.,2003).

Los estudios de RM, orientados en la localización de las estructuras cerebrales diferentes tipos de agresores. Aunque los hallazgos recientes no han sido replicados se ha comprobado que hay diferencias anatómicas en las vías de conexión concretas o los mecanismos neurobiológicos subyacentes, que se manifiestan como diferencias en el comportamiento. (Mattson M., 2003).

Resaltar el hecho de que las alteraciones estructurales pueden estar presentes desde la infancia y/o nacimiento, lo que es importante a la hora del desarrollo de la personalidad durante la etapa adulta.

2.2. Marcadores biológicos de la conducta violenta

Si bien es cierto que la violencia posee un arraigo en la conducta social aprendida, imposible se hace dejar de lado la parte biológica que interviene; el papel preponderante jugado por las distintas redes neuronales implicadas en la violencia humana es esenciales para entender dichas respuestas conductuales. La serotonina (5-HT), desempeña un rol esencial en la modulación de la violencia, las catecolaminas, el GABA, el glutamato, a acetilcolina, óxido nítrico, vasopresina, sustancia P, la histamina y opioides endógenos, etc. Sin embargo, la serotonina es el principal neurotransmisor relacionado con la mayoría de los estudios neurobiologicos realizados para dar explicación sobre la conducta violenta, (Moya, González. 2015).

La serotonina se produce principalmente en el núcleo de Rafe, aquí se envía por las vías serotoninérgicas a numerosas regiones del encéfalo y regula múltiples emociones y conductas, como son:

●     Estado del ánimo.

●     Ciclo sueño-vigilia.

●     Conducta agresiva.

La síntesis del mismo es a partir de su precursor el triptófano, el cual es un aminoácido esencial; la inactivación del 5-HT se da a partir de la intervención de la monoaminooxidasa (MAO), y se elimina a través de la orina.

La mayor parte de los estudios se han realizado en animales y según lo referido se relaciona estrechamente con la agresión y violencia. (Oliver, 2004). Según Nelson y Chiavegatto, 2001, la disminución de los niveles de serotonina, es la causa de la impulsividad y la alta agresividad. Estudios en humanos muestran que el aumento de serotonina reduce la impulsividad y a su vez su baja aumenta las conductas agresivas y antisociales.

Se hace imposible a la hora de hablar de neurotransmisores (NT), no mencionar el trastorno Antisocial de la personalidad (TAP), ya que existe una relación marcada entre las conductas antisociales y la violencia, esto sugiere una estrecha relación entre los NY y el resultado de una conducta desadaptada. La serotonina (5-HT) y la reducción de otros neurotransmisores (NT) a nivel cerebral, así como la disminución del Líquido Cefalorraquídeo (LCR), se refiere a una disminución en personas con trastorno de personalidad y conductas violentas.

Otros autores afirman que la clave de las conductas violentas son las alteraciones de los neurotransmisores. (Salín, Pascual y Ortega.1989. Citado en Garzón, Á. M. y Sánchez, 2007), refieren que la alteración de los niveles de los distintos neurotransmisores, pueden ser la clave de la predicción de conductas violentas.

El funcionamiento de la serotonina (5.HT) cerebral y la violencia impulsiva, según otras referencias, refiere que una baja actividad de este puede ser un marcador y predictor de violencia impulsiva en personas sanas como con patologías médicas, (Lee y Caccaro, 2001).

En cuanto a lo referido en estudios de neuroimagen, estos han permitido avanzar en el conocimiento de la actividad de los receptores de 5-HT, para evidenciar la relación de este con la conducta violenta y agresión. Se observa activación reducida en las regiones orbital y ventromedial del córtex prefrontal y luego de administración de d.1.fenfluramina en pacientes con trastornos de personalidad; la personalidad agresiva impulsiva, (Sierver y cols., 1999), otros con trastorno límite de la personalidad (TLP) (Soloff y cols., 2000) y en los depresivos con intento suicidio (Mann y cols., 1992).

En cuanto a estudios con tomografia por emision de positrones, describe baja densidad en del receptor transportador de serotonina en el córtex cingulado anterior y orbitofrontal, en aquellos con personalidad agresiva (Frankle y cols., 2005).

En el caso de otro neurotransmisor llamado noradrenalina, este afecta la conducta agresiva a tres niveles diferentes: hormonal, autónomo y central (Haller y cols., 1998). Señalar que, a través del sistema endocrino, prepara al metabolismo pa la lucha y la huida, aquí es donde se hace el clic y la atención a los estímulos cambia de dirección y aumenta la función olfativa, disminuye la sensibilidad al dolor y aumenta la memoria, así es como en animales se ha visto el impacto de este neurotransmisor.  Otro dato relevante es que se ha evidenciado en roedores fluctuaciones en los niveles de catecolaminas y dopamina en hipocampo y amígdala, y aquellos poseen más propensión a la conducta agresiva (Patki y col.s, 2015).

La noradrenalina, según algunos estudios relacionados con este neurotransmisor dan resultados paradójicos e inconsistentes, (Garzón, 1995.  Á. M. y Sánchez, 2007).

Existe alguna evidencia de que la noradrenalina posee algún tipo de relación en la defensiva, impulsiva; si la administración de Inhibidores de la Monoaminooxidasa (IMAOS) que aumenta los niveles de la Noradrenalina a nivel central, aumentan la lucha inducida por shock. De manera parecida las sustancias ilícitas como las drogas que vacían de noradrenalina al cerebro, anulan la furia inducida en animales como los gatos. Existen pruebas contradictorias, que hablan de que la colocación de dicha sustancia no produce agresión afectiva. De manera común, los resultados a partir de estudios animales son sugestivos de que dicha sustancia está involucrada en la agresión afectiva, y que inhibe la conducta predadora, aunque existen muchas inseguridades respecto a lo encontrado en relación a la dopamina.

En cambio, la serotonina resulta un modulador por la excelencia del individuo, cumpliendo un papel inhibitorio en la descarga de impulsos, (Mata, 1999); por eso un desbalance o un déficit serotoninérgico hará que el individuo posea autocontrol, control social, evidenciando dificultad a la hora de ser empático, manifestando pensamientos negativos, irritabilidad, pesimismo, estados de ansiedad y las conductas problema.

En el caso de la dopamina otro neurotransmisor, también se relaciona con la violencia; las neuronas dopaminérgicas mesolímbicas y mesocorticales deben de estar intactas para que se manifieste la violencia. Estas neuronas contribuyen al hecho de conductas motivadoras como lo son la alimentación, la actividad sexual, maternal o el consumo de sustancias ilícitas, como las drogas; lo que implica consecuentemente que el cerebro humano se vea alterado por dicho consumo y como resultado se obtengan conductas agresivas de manera intensa. (Miczek y cols., 2007).

En el caso del GABA y el glutamato, vemos de inicio la relación entre estos aminoácidos; donde gran parte del sistema nervioso central está modulado por ellos, con efectos excitatorios e inhibitorios. Existe una hipótesis de que el desequilibrio entre ambos podría dar como resultado una conducta agresiva (Monroe, 1978).

Según Miczek y cols., 2003, los antagonistas de los receptores GABA-A pueden incrementar la agresión. Ahora bien en el desequilibrio propuesto de ambos aminoácidos, posteriormente en otros estudios se evidenció el hecho de que  a mayores niveles de glutamato y menores de GABA, el resultado era conductas más agresivas; este estudio con animales vio involucrada áreas como el hipotálamo, encéfalo, amígdala, córtex prefrontal, donde vemos que durante el trayecto de los diversos estudios están las mismas áreas involucradas.

Continuará…

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