Investigadores trabajan metodología que permite observar la actividad eléctrica tras sufrir un ictus o una hemorragia intracraneal

Un equipo internacional de investigadores, con la participación destacada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado una técnica biomatemática pionera que redefine la comprensión y monitorización de la evolución del daño cerebral en casos de accidentes cerebrovasculares (ACV). Los resultados de esta investigación, publicados en la prestigiosa revista Nature Communications, sugieren la necesidad de reconsiderar los criterios y estrategias de tratamiento convencionales aplicados a esta urgencia médica, que representa la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La novedosa metodología, probada tanto en pacientes como en roedores, revela que la actividad eléctrica detectada en un electroencefalograma (EEG) puede ser engañosa respecto al verdadero estado de las capas neuronales. Incluso cuando se registra actividad en las capas más profundas, el daño irreversible puede haber afectado ya a las capas superficiales del tejido cerebral. Esta observación desafía las concepciones convencionales sobre la extensión del daño cerebral en casos de ACV y plantea la necesidad de una revisión en la práctica médica.

El accidente cerebrovascular, que afecta a 15 millones de personas anualmente, conlleva una ventana de tiempo crítica para la intervención médica. El equipo de investigadores, liderado por el Instituto Cajal del CSIC, ha demostrado que la actual práctica de monitorización mediante tiras de electrodos colocados en la superficie cerebral puede estar retrasando la identificación del tejido dañado en varias horas. Esta demora en la evaluación podría comprometer la eficacia de los tratamientos y la reducción de las secuelas neurológicas irreversibles.

La compleja técnica biomatemática utilizada se basa en algoritmos avanzados que permiten analizar los potenciales eléctricos cerebrales con una precisión sin precedentes. Al separar la actividad de distintas capas neuronales, los investigadores han identificado que la actividad eléctrica en el EEG puede provenir de capas profundas, mientras las capas superficiales ya están sufriendo una muerte neuronal irreversible.

El Dr. Óscar Herreras, investigador del Instituto Cajal del CSIC, señala que estos hallazgos sugieren la necesidad de encontrar nuevas referencias o estrategias para la evaluación y actuación temprana en casos de ACV. La comunidad médica podría necesitar replantear los criterios actuales y adoptar enfoques más rápidos para salvaguardar el tejido cerebral y mejorar los resultados en pacientes afectados por esta devastadora emergencia médica.

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