Ejercicio físico mejora salud cardiovascular y reduce las complicaciones en pacientes con cáncer

Mucho se ha hablado a lo largo de las últimas décadas de los beneficios que realizar ejercicio físico conlleva para la salud. Desde una reducción del riesgo cardiovascular hasta una mejora del estado de ánimo e incluso de la autoestima, nadie niega ya los aspectos favorables  de la actividad física para la salud. Sin embargo, ¿qué sucede si el ejercicio es practicado por personas que padecen algún tipo de enfermedad que pueda hacer que sean más vulnerables? Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte-INEF de la Universidad Politécnica de Madrid, se hizo esta misma pregunta cuando se trata de enfermos de cáncer.

En concreto, los investigadores de la UPM analizaron los efectos de los programas de ejercicio sobre los factores físicos y la seguridad en pacientes adultos con cáncer y trasplante de células madre hematopoyéticas (TCMH) o de médula ósea (BMT).

Para ello, los autores realizaron una  búsqueda  bibliográfica en las bases de datos de  PubMed y Web of Science de los artículos publicados y  realizaron una revisión sistemática siguiendo la metodología “PRISMA”. Para evaluar la calidad de los estudios incluidos utilizó la escala Physiotherapy Evidence Database (PEDro), basándose, a su vez, en la lista Delphi. Para la muestra se tomaron como referencia 25 estudios de ensayos controlados aleatorios que englobaban un total de 1.434 pacientes.

A la vista del análisis, los investigadores concluyeron que las intervenciones del programa de entrenamiento son seguras y producen cambios positivos en la aptitud cardiorrespiratoria, la fuerza muscular, y el estado de movilidad funcional en pacientes adultos con cáncer y trasplante de células madre hematopoyéticas o de médula ósea.

Mejora en la calidad de vida y cualidades físicas.

“Solo 3 pacientes de los 711 participantes en las intervenciones (es decir, 0,42 %) informaron de eventos adversos relacionados con los programas de entrenamiento.  Además, tienen un efecto saludable en la prevención y control de las complicaciones del trasplante, mejorando la calidad de vida”, explican los doctorandos del INEF-UPM y autores del estudio, Erica Morales y Txomin Pérez.

“Más allá de los aspectos relacionados con la enfermedad y la calidad de vida, los resultados demuestran que los programas de entrenamiento supervisados pueden tener un efecto protector cardiológico y muscular, así como en la mejora de los niveles de fuerza, potencia y movilidad”, añade Jorge Lorenzo Calvo, profesor del Departamento de Deportes del INEF-UPM y autor de la investigación.

Los buenos resultados obtenidos permiten además pensar en los beneficios que tendría la implantación de este tipo de programas en otros pacientes con cáncer trasplantados.

Para los investigadores, la importancia de la investigación radica en que demuestra que las intervenciones  con los programas de entrenamiento son clínicamente relevantes, y que es necesario aplicarlas de forma generalizada en este tipo de pacientes.

“Nuestro trabajo muestra que un programa de entrenamiento supervisado y controlado puede mejorar la calidad de vida y las perspectivas de recuperación de los pacientes, por lo que sería muy recomendable que las autoridades y las instancias con capacidad de decisión apostasen por incluirlas en los tratamientos de manera más generalizada”, concluye Alejandro San Juan profesor del Departamento de Salud y Rendimiento Humano del INEF-UPM, y autor del estudio.

Fuente: UPM

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