Los niños tienen depresión de acuerdo a su edad y proceso evolutivo dice psicóloga

Psicóloga Arisleydi Sánchez

SANTO DOMINGO. - De acuerdo con la psicóloga Arisleydi Sánchez, psicóloga clínica infanto-juvenil, la depresión en la infancia y adolescencia tiene una sintomatología similar a la del adulto. Sin embargo, varía de acuerdo al proceso evolutivo en el que esté el infante.

Explicó que estos síntomas evolucionan desde la irritabilidad, rabietas, llantos o problemas del control de esfínteres, propia de los niños más pequeños, a síntomas más interiorizados como el disgusto por la imagen corporal propia, la visión pesimista del futuro o la aparición de pensamientos mórbidos y se instauran en la adolescencia.

Dijo que después de los 12 años, las niñas tienen mayores puntuaciones de sintomatología depresiva que los chicos. Agregó que “a medida que los sujetos crecen, estos síntomas también aumentan, especialmente en la adolescencia”.

Según explicó los niños que crecen en un ambiente hostil y de poca seguridad podrían crear una vulnerabilidad para sufrir depresión.

Causas
De acuerdo con la especialista, las principales causas para que un niño sufra depresión son acontecimientos vitales, es decir, la acumulación de acontecimientos negativos vividos como muerte de un familiar, maltrato, entre otros; negligencias físicas y/o psicoafectivas; bajo apoyo social; y aspectos familiares y relacionales, como divorcio o familias rígidas.

Factores de riesgo
Algunos factores son el apego ansioso, frustraciones precoces por carencias de cuidados y protección, escasas habilidades parentales, carencias afectivas, entre otros.

¿Cómo identificarla?
Las señales de que hay depresión son el estado de ánimo bajo la mayor parte del día, falta de interés en actividades que resultaban agradables, pérdida o aumento de peso, insomnio o hipersomnia, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o culpas y falta de concentración.


Recomendaciones
La experta recomendó estar atentos a los niños, hacerle preguntas e interesarse por sus actividades, establecer y mantener rutinas, exigir lo adecuado para su edad, calmarlos en situaciones que puedan provocar estrés y en caso de ser necesario buscar ayuda profesional.

Por: María Santana

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