Trimetilaminuria, el síndrome de olor a pescado que estigmatiza a los pacientes

El conocido como síndrome de olor a pescado es una enfermedad poco frecuente, de la que se desconoce su incidencia en España. Lo que sí parece un hecho es el infradiagnóstico que existe, tal y como explica a EFEsalud la pediatra del servicio de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, Beatriz Mínguez.

Se trata de una patología metabólica generada por un defecto de una enzima hepática, la flavinmonooxigenasa 3 (FMO3). La consecuencia es que no se puedan descomponer compuestos como la trimetilamina, que se produce en el intestino al ingerir determinados alimentos como pescado, marisco, legumbres o huevos.

El cuerpo libera ese exceso en las secreciones corporales como el sudor, la orina o el aliento con un característico olor a pescado, aunque no solo es ese olor, tal y como explica la pediatra, quien asegura que, hasta el momento, no hay otras consecuencias físicas descritas y no pone en riesgo la vida de los pacientes.

El síndrome de olor a pescado suele aparecer en los bebés que tienen ese defecto en la enzima cuando se introduce el pescado en la alimentación complementaria . “Normalmente lo que te cuentan los padres es que al bebé, al comer pescado, les huele el pelo a pescado ese día”, afirma Mínguez.

El problema es que al ser un defecto de una enzima se tiene durante toda la vida, no desaparece, salvo en algunos casos en bebés dónde se presenta de forma transitoria.

Sin tratamiento

No existe tratamiento. La única solución hasta el momento para atenuar este síndrome es eliminar de la dieta los alimentos que son ricos en colina, que es un precursor, y en trimetilamina. Se tratan del pescado, los mariscos, las legumbres, el huevo y algunas verduras, prosigue la pediatra del Sant Joan de Déu.

“Lo que haces es evitar que produzcan tanta trimetilamina. Hay pacientes que no requieren dieta, otros solo retirar el pescado pero, a veces, hay gente que aunque haga la dieta estricta, huele bastante, ya que hay distintos grados de esta patología”. afirma la doctora.

Los pacientes, desesperados

El síndrome de olor a pescado provoca un fuerte impacto psicológico en los pacientes, quienes están “realmente desesperados”. “Lo que cuentan es que les han echado del trabajo o que les han dicho cosas por la calle. No quieren salir de casa. Padecen mucho aislamiento social y rechazo por parte de la población”, asegura Mínguez.

En el caso de los menores, los padres también tiene mucho temor a que sus hijos sean rechazados socialmente. En este punto, la pediatra subraya que si desde que son más pequeños siguen de forma estricta la dieta, suelen llegar a la pubertad con el síndrome “bastante controlado”.

De hecho, los pacientes piden que en lugar de denominarse como el síndrome de olor a pescado, se llame Tmau (trimetilaminuria) ya que no es solo olor a pescado, son muchos otros.

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