TDAH y altas capacidades sin diagnosticar: un cóctel de riesgo que puede llevar a las adicciones en la adolescencia

Con motivo del Día Internacional del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que se conmemora este 13 de julio, la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) lanza una advertencia preocupante: el infradiagnóstico del TDAH y de las altas capacidades intelectuales en la infancia y adolescencia aumenta significativamente el riesgo de desarrollar adicciones en etapas posteriores.

Según la SEPD, entre el 7 % y el 10 % de la población presenta altas capacidades intelectuales, pero en países como España apenas el 0,5 % está diagnosticado. Esta falta de reconocimiento impide adaptar el entorno educativo y emocional a las necesidades de estos menores, lo que puede derivar en fracaso escolar, ansiedad, depresión y consumo de sustancias como forma de evasión.

El problema se agrava cuando las altas capacidades coinciden con trastornos del neurodesarrollo como el TDAH, el trastorno del espectro autista (TEA), la dislexia o la discalculia, que afectan a cerca del 20 % de los niños y niñas. Muchos de ellos también pasan desapercibidos para el sistema educativo y sanitario.

“El hecho de que no se diagnostiquen estas condiciones tiene consecuencias graves, especialmente en la adolescencia”, afirma el psiquiatra Miquel Casas, catedrático Honorario y director del Programa SJD MIND Escoles, del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, y miembro del comité ejecutivo de la SEPD.

Casas advierte que estos menores suelen ser malinterpretados por sus familias, docentes y entorno como vagos o problemáticos, recibiendo lo que denomina un “maltrato amoroso” que deteriora su autoestima durante años. “Hasta los nueve años intentan adaptarse, pero a partir de los diez o doce se rinden, y eso da paso al malestar emocional, la ansiedad y la depresión”, explica.

En la adolescencia, muchos de estos jóvenes encuentran en la marihuana o el alcohol una vía de escape. “No se enganchan por vicio, sino porque encuentran en estas sustancias un alivio emocional”, señala Casas. “El cannabis actúa como antidepresivo y el alcohol como ansiolítico. Luego llegan las drogas estimulantes, que consumen como una forma de automedicación, especialmente en el caso del TDAH no tratado”.

Esta patología dual —la combinación de un trastorno mental con una adicción— es solo una de las muchas consecuencias de no diagnosticar y atender a tiempo estas condiciones. El fracaso escolar, los embarazos no deseados, los accidentes o incluso la delincuencia también se suman al impacto de esta invisibilidad.

Casas asegura que entre el 30 % y el 35 % de la población reclusa presenta alguno de estos trastornos sin diagnosticar. “Si se hubiera intervenido a tiempo, muchos de estos desenlaces se habrían podido evitar”, afirma.

Aunque algunas personas con TDAH o altas capacidades logran canalizar su potencial con éxito —como es el caso de reconocidos emprendedores como Elon Musk o Bill Gates—, la mayoría atraviesa importantes dificultades sociales, académicas y emocionales si no reciben apoyo adecuado.

La SEPD insiste en la urgencia de reforzar los sistemas de detección, intervención temprana y apoyo escolar y familiar, para prevenir que jóvenes brillantes y vulnerables terminen desarrollando patologías evitables.

“Reconocer a tiempo no solo salva vidas, también permite que esas vidas florezcan”, concluye la entidad.

Fuente EFE.

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