Honremos el legado del pionero de la psiquiatría nacional, abriendo caminos de cuidado y esperanza para las personas con enfermedad mental en San Pedro de Macorís
Por el Dr. José Mieses Michel, Psiquiatra
¿Cómo honrar la memoria de Antonio Zaglul con profundo sentido humano en su provincia natal, San Pedro de Macorís?
Una forma auténtica de rendir homenaje a la memoria de Antonio Zaglul sería la puesta en funcionamiento de un servicio de hospitalización psiquiátrica integrado en el Hospital Regional Antonio Musa de la provincia San Pedro de Macorís, que lleve en su parte frontal el preclaro nombre de este pionero de la psiquiatría dominicana.
Dicho servicio debe ofrecer atención oportuna y de calidad, en un ambiente de contención y seguridad, tal como lo requieren las personas con enfermedad mental cuando experimentan una intensa crisis psiquiátrica que por su gravedad se convierte en urgencia y, por consiguiente, necesitan internamiento hasta que se logre la estabilización de su condición mental.
Este servicio, de carácter biomédico, estaría orientado a responder al daño ya instaurado, es decir, a la enfermedad mental en su fase aguda. Sería una respuesta necesaria, pero no suficiente. Por ello, ha de estar acompañado de un patronato de salud mental que impulse programas de promoción de la salud mental y prevención de los problemas y trastornos mentales en todo el ámbito provincial. Solo así se cumplirían, de manera concreta y coherente, dos de los grandes sueños de Antonio Zaglul, y se rendiría verdadero honor a este maestro de generaciones.
Zaglul, primer psiquiatra oriundo de la histórica provincia de San Pedro de Macorís, fue un destacado profesor universitario, decano de la Escuela de Medicina de la UASD y profesor meritísimo de esa misma institución. Canalizó su vocación pedagógica a través de una intensa labor educativa en los medios de comunicación, especialmente la radio y la prensa escrita. Sus artículos, conferencias y libros presentaron a la población la cara humana de las personas con enfermedad mental, dignificando la imagen de ellas, despejando dudas, creando conciencia y desmitificando creencias populares falsas en relación a las enfermedades mentales.
Sobre todo, Zaglul abogó por un modelo de atención digno y humanizado en salud mental. Soñó con un hospital psiquiátrico modelo que superara las limitaciones propias del subdesarrollo asistencial de su época. Su entusiasmo alcanzó niveles febriles cuando el régimen de Trujillo decidió construir un hospital en el kilómetro 28 de la autopista Duarte, con el propósito de trasladar allí a los pacientes del antiguo manicomio de Nigua. Se entregó en cuerpo y alma al proyecto, con la esperanza de ver materializado su ideal de un hospital modelo. Así lo relató el mismo:
“El 28 fue planificado correctamente: Purito Pimentel, su constructor, los ingenieros al servicio de la Secretaría de Salud Pública y quien escribe estudiamos diferentes tipos de hospitales para enfermos mentales construidos en Europa. Lamentablemente Trujillo y sus adláteres, alegando que el sanatorio antituberculoso tenía problemas en la planta física, solo les dejaron a los enfermos mentales un largo pasillo, y nos metieron en el muy soñado por mi centro psiquiátrico modelo, a los tuberculosos”. (El Nacional, 31 de enero de 1989, a treinta días de aquel acontecimiento). 1
En otra ocasión, en 1975, había escrito con relación a ese soñado centro:
“Este hospital, para el cual tomamos como modelos algunos sanatorios modernos construidos en Europa, llenaba a cabalidad una época de la Psiquiatría que tenía como base el manicomio”. 2
Es evidente el empeño de Antonio Zaglul —que bien podría describirse como un gran sueño— de lograr que el país contara con un hospital psiquiátrico de altos estándares y excelente reputación. Su aspiración era que las familias pudieran confiar en llevar a sus seres queridos, afectados por enfermedades mentales en busca de atención profesional y digna, contribuyendo así a erradicar la práctica de recluir al enfermo mental en “el cuartico del patio”.
Ese cuartico del patio es aún usado en la actualidad - aunque con menor frecuencia- como último recurso por algunos familiares para evitar que el pariente enfermo deambule desprotegido, ante la falta de una respuesta adecuada por parte del sistema de salud.
En su afán por que la psiquiatría dominicana superara el estado de subdesarrollo, Zaglul propuso, con visión salubrista y sentido práctico una organización sectorizada del servicio de salud mental. En ese sentido, escribió:
“Una organización psiquiátrica desde un enfoque geográfico, debería ubicarse de la siguiente manera: Manicomio Central, mejorando radicalmente todos los servicios del sanatorio situado en el kilómetro 28. Entendiéndose por manicomio no la simple idea de un conjunto de médicos especialistas y enfermos mentales, sino una organización mucho más compleja y con mayor eficacia. Un centro psiquiátrico en Barahona y otro en cualquier ciudad del Este. Por último, otro centro en Santiago de los Caballeros”. 3
Nos quedamos con la idea central expresada por el propio Antonio Zaglul sobre lo que debía ser el centro psiquiátrico que proponía: “una organización mucho más compleja y con mayor eficacia”. Esta afirmación supera claramente la noción tradicional del manicomio como referente de atención eficaz y permite comprender que su propuesta apuntaba más bien a la creación de una red de servicios alternativos al hospital psiquiátrico, entre los cuales se incluye la unidad de hospitalización psiquiátrica. Es precisamente esta unidad la que hoy proponemos establecer como forma de honrar la memoria de Zaglul y, al mismo tiempo, hacer justicia a las personas con enfermedad mental que, en momentos de crisis, requieren una hospitalización digna y oportuna.
Un caso reciente ilustra con crudeza la urgencia de esta necesidad. Hace unos días, las Hermanas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl —quienes desde hace años realizan una labor heroica en un centro de salud que gestionan en el municipio de El Puerto, provincia de San Pedro de Macorís— intentaron hospitalizar a una señora de la comunidad de Los Llanos, a quien encontraron en condiciones críticas: encerrada y encadenada víctima de una enfermedad mental grave que la venía afectando desde hacía mucho tiempo.
La señora necesitaba con urgencia ser trasladada a una unidad de hospitalización psiquiátrica. Pero no existe ninguna en toda la provincia. Las hermanas contaron con la colaboración de la doctora Luz María Inoa, psiquiatra de gran vocación de servicio, quien accedió a recibirla en la emergencia del Hospital Jaime Oliver Pino. Allí fue atendida durante unos días y luego devuelta a Los Llanos, en espera de una cama disponible en una unidad de hospitalización psiquiátrica en Santo Domingo. Esa cama no apareció sino diez días después. Durante todo ese tiempo, las Hijas de la Caridad se hicieron cargo del cuidado de la señora y de los múltiples traslados: de los Llanos a San Pedro, de San Pedro a Los Llanos y finalmente de Los Llanos a Santo Domingo.
Piénsese por un momento qué habría sido de esa mujer sin el auxilio de las Hermanas y de la doctora Inoa. Este hecho, tan lamentable como revelador, demuestra que la asistencia psiquiátrica en el país aún se encuentra en los márgenes del subdesarrollo, a pesar de los avances logrados en otras áreas del sistema de salud.
En toda la región oriental – que abarca las provincias de San Pedro de Macorís, La Romana, El Seibo, La Altagracia y Hato Mayor- no existe un solo servicio de hospitalización psiquiátrica. Por ello, la visión del doctor Zaglul y su propuesta de establecer un centro en esta región cobran hoy plena vigencia.
Frente a esta realidad, proponemos a las autoridades sanitarias la apertura de una unidad de hospitalización psiquiátrica en el Hospital Regional Antonio Musa, con 16 camas, teniendo en cuenta que la recomendación del consenso de expertos es de 6 camas psiquiátricas por cada 100,000 habitantes, lo que representa una cantidad mínima en comparación con la sugerencia de 30 camas por 100,000 habitantes para países de ingresos medios, como es el nuestro.
La provincia de San Pedro de Macorís cuenta, según el último censo nacional, con 418,859 habitantes, de los cuales 314,000 son adultos, es decir, población comprendida dentro del rango etario que se beneficiaría directamente de una unidad de hospitalización psiquiátrica, dado que ni los niños ni los adultos mayores son admitidos en ella.
Otro de los sueños de Antonio Zaglul fue la creación de patronatos de higiene mental, definidos por él mismo en los siguientes términos: “Son sociedades organizadas por personas no psiquiatras (pueden ser médicos, banqueros, amas de casa, etc.) con el fin de prestar ayuda de amplio espectro a todo lo que tenga relación con enfermedad mental.”4
Zaglul utiliza el término “amplio espectro”, tomado del lenguaje médico, para indicar la diversidad de acciones que estos patronatos estarían llamados a realizar. En término de salud pública, “amplio espectro” se traduce como acciones integrales: de promoción de la salud mental, prevención de los problemas y trastornos mentales, y todo ello con una visión basada en los determinantes sociales y derechos humanos.
Estas acciones caen como anillo al dedo en el momento actual, cuando los problemas de salud mental y los riesgos psicosociales amenazan cada vez más el bienestar de la población dominicana, convirtiendo en una urgencia nacional la atención prioritaria a la salud mental.
En suma, proponemos a las autoridades del Servicio Nacional de Salud que se ponga en funcionamiento una unidad de hospitalización psiquiátrica en el Hospital Regional Antonio Musa que lleve el nombre de Antonio Zaglul, y a las autoridades de Salud Colectiva del Ministerio de Salud Pública, que impulsen la creación de un patronato de salud mental que despliegue aquellas acciones y estrategias que favorecen la calidad de vida y el bienestar emocional de las familias y comunidades.
A esta causa podrían sumarse —y estoy convencido de que lo harán— los notables psiquiatras oriundos de la provincia de San Pedro de Macorís, encabezados por el reconocido doctor César Mella Mejías, junto a los doctores Julio Ravelo Astacio, José Dunker, Luz María Inoa, Ciprián Ramírez, Delsa Japa y Vicente Santana. También podrían adherirse figuras que, aunque no nacidas en la provincia, mantuvieron lazos con Zaglul, como Fernando Sánchez Martínez y Luis Emilio Montalvo, así como Fior Solís, Pedro Pablo Paredes y los expresidentes de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, entre otros colegas y profesionales.
Asimismo, respaldarían esta iniciativa diversas instituciones y personalidades inspiradas por el sentido del deber y la responsabilidad social: la Alcaldía, la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, la Universidad Central del Este, la UASD-CURSAPEM, la Universidad Adventista Dominicana (UNAD), los grupos de diversas confesiones religiosas, y los clubes de servicio como los Rotarios y Leones, entre otros.
Por último, esta solicitud queda en espera de una respuesta coherente por parte de las autoridades, en virtud del derecho a la salud consagrado por la Constitución dominicana y los convenios internacionales. Y también en espera de una respuesta de la sociedad civil, de la cual esperamos el apoyo solidario que emana del imperativo ético que debe unir a toda sociedad que aspira a una convivencia digna, justa y en paz.
1-Blanco, Andrés. Obras selectas Antonio Zaglul. Tomo II. Editora Búho, Santo Domingo, República Dominicana,2011, pag. 153
2-Idem, pag. 43
3-Idem, pag. 45
4 -Idem, pág.16
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