Participación Social como Determinante Transversal en los Sistemas de Salud

Eddy Pérez-Then, Dr. Med, MSP, MSPH, MBA, PhD
Presidente, Two Oceans In Health
Decano Asociado de Investigación, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad O&M

Resumen

La participación social es un determinante clave para la transformación de los sistemas de salud. Su ausencia refuerza desigualdades, limita la legitimidad institucional y reduce la efectividad de la Atención Primaria en Salud. Este artículo analiza el riesgo atribuible de no incorporar mecanismos efectivos de participación comunitaria en la planificación y gestión sanitaria. A través de casos comparativos, se evidencia cómo los sistemas que promueven la corresponsabilidad y la agencia ciudadana tienden a lograr mayores niveles de equidad, sostenibilidad y confianza pública. Se concluye que la participación social no debe ser un complemento, sino un eje transversal para sistemas de salud resilientes, inclusivos y orientados a derechos.

I. Introducción

La participación social en salud es el proceso mediante el cual los individuos y comunidades influyen de forma activa en las decisiones que afectan su bienestar. Lejos de ser un acto simbólico, representa una herramienta política y técnica para garantizar que las intervenciones sanitarias respondan a las realidades locales y promuevan la justicia social.1


En un contexto de postpandemia, donde la confianza institucional se ha visto erosionada y las brechas estructurales se han acentuado, la Atención Primaria en Salud (APS) necesita ser reinventada con una participación social efectiva y sostenida. Este artículo parte de dicha premisa, abordando su rol como determinante estructural con impactos directos sobre la equidad y la calidad del sistema de salud.2

II. La participación social como determinante fundamental de los sistemas de salud

Según la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud de la OMS, la participación social configura el poder y la agencia de los grupos para incidir sobre las condiciones estructurales que afectan su salud.3

En muchos países, los espacios formales de participación no garantizan una incidencia real. Sin embargo, cuando se integran mecanismos eficaces —como los Consejos Locales de Salud, presupuestos participativos o sistemas de auditoría social—, se logra mejorar tanto la eficiencia como la aceptación de las políticas públicas.4

Existen distintos niveles de participación:

  • Informativa: acceso unilateral a información.
  • Consultiva: se recogen opiniones, pero no hay corresponsabilidad.
  • Deliberativa y decisoria: las comunidades influyen en políticas y controlan su implementación.

Cada uno de estos niveles puede ser utilizado en un contexto específico, dependiendo del grado de madurez de una comunidad y su capacidad de interacción con las diferentes entidades que conforman un sistema de salud en particular.4

III. Riesgo atribuible de la exclusión participativa

La falta de una participación comunitaria activa se asocia a múltiples consecuencias negativas2:

  • Débil apropiación comunitaria de programas de salud.
  • Desinformación y resistencia frente a intervenciones (como campañas de vacunación).
  • Ineficiencia en la asignación de recursos, al desconocer necesidades locales.
  • Reproducción de inequidades estructurales al excluir a grupos históricamente marginados.

En América Latina, estudios han mostrado que los programas con participación comunitaria activa mejoran en un 30-40% la cobertura efectiva en APS, especialmente en contextos rurales o indígenas. 2

El riesgo atribuible a la exclusión participativa se traduce, entonces, en menor legitimidad institucional, baja adherencia al tratamiento, aumento de enfermedades evitables y pérdida de eficiencia fiscal.5

IV. Casos comparativos: lecciones desde la Región de Las Américas

Experiencias exitosas:

  • Brasil: los Consejos Municipales de Salud, con participación ciudadana vinculante, han mejorado la planificación y transparencia en APS.4
  • Colombia: las veedurías ciudadanas permitieron reducir desvíos presupuestarios en programas de aseguramiento subsidiado.2
  • Canadá: las comunidades indígenas han co-diseñado estrategias de salud mental y prevención del suicidio culturalmente pertinentes.2

Desafíos persistentes:

  • En Haití y Guatemala, la debilidad institucional y la falta de cultura participativa han limitado la implementación efectiva de estrategias comunitarias, agravando la exclusión estructural.2

En la gráfica que se presenta a continuación, se observa como a mayor nivel de participación social, mayor impacto en la implementación de la estrategia APS (Brasil Colombia y Canadá), mientras que, se visualiza lo contrario en países (Haití y Guatemala) donde existe una falta de cultura participativa en la planificación y gerencia de los sistemas de salud. 

V. Desafíos y propuestas estratégicas

Desafíos claves6

  • Participación simbólica o limitada a elites locales.
  • Ausencia de normativas que garanticen la participación vinculante.
  • Falta de capacitación y recursos para liderazgos comunitarios.
  • Baja articulación entre APS y estructuras comunitarias preexistentes.
  • Limitada integración de actividades comunitarias y de formación participativa en el currículo de educación médica y la cultura biomédica tradicional en la gestión de la salud pública, limitan la apertura de recursos humanos en salud a la participación comunitaria.

Propuestas de mejora 7

  • Marco normativo claro que garantice la participación comunitaria como derecho, no como favor político.
  • Formación de líderes comunitarios en salud con enfoque intercultural y de derechos.
  • Fortalecimiento de los Consejos Locales de Salud como instancia deliberativa.
  • Integración de herramientas tecnológicas para consultas abiertas, sistemas de quejas y control social digital.
  • Presupuestos sensibles a la participación, que incentiven a los territorios con mayor involucramiento comunitario.
  • Integración temprana de experiencias comunitarias y habilidades de interacción en contextos culturales diversos en curriculum médico y de otras carreras de ciencias de la salud

VI. Conclusiones

La participación social debe entenderse como un determinante transversal y no como un componente accesorio del sistema de salud. Su inclusión sistemática fortalece la equidad, legitima las decisiones sanitarias y mejora la eficiencia de la APS.
Ante las crisis sanitarias y sociales, los sistemas resilientes serán aquellos que pongan en el centro la voz de las comunidades. Reducir el riesgo atribuible de la exclusión participativa no es solo una estrategia de gestión, sino un imperativo ético, cultural y político para la justicia en salud.

VII. Referencias Bibliográficas

  1. Organización Mundial de la Salud. (2008). Closing the Gap in a Generation.
  2. Organización Panamericana de la Salud. (2022). Participación social y sistemas de salud en América Latina.
  3. Cornwall, A. (2008). Unpacking "Participation". IDS Bulletin.
  4. Almeida, C., & Macinko, J. (2006). Community health agents and health system reform in Brazil.
  5. Marmot, M. (2020). Build Back Fairer. Institute of Health Equity.
  6. Whitehead, M., & Dahlgren, G. (2006). Concepts and Principles for Tackling Social Inequities in Health: Levelling Up Part 1. WHO.
  7. United Nations. Department of Economic and Social Affairs. CEPA strategy guidance note on Participatory budgeting (January 2022). Disponible en: https://www.oidp.net/docs/repo/doc1198.pdf. Acceso 30 de julio 2025.

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