Por Mario J. Paredes
Con la estación del verano, en muchos lugares de la tierra y para muchas instituciones y personas llega la temporada de vacaciones. Se trata de un espacio y tiempo en la vida del ser humano que, bien administrado, impacta integralmente a la persona, física y mentalmente, con repercusiones en las relaciones interpersonales y sociales y en la productividad de las empresas y de la sociedad entera.
Las vacaciones, entonces, más que un lujo son una necesidad biológica y psicológica, para recargarse de nuevas energías, para reducir el estrés, para prevenir enfermedades, para menguar el agotamiento y la fatiga (burnout) debido al desgaste diario y rutinario, para desconectarnos de la agobiante carga laboral, para reducir la ansiedad y recuperar el buen estado de ánimo.
Las vacaciones son un periodo que nos permite despejarnos y abrirnos a nuevos horizontes existenciales, a nuevos proyectos y perspectivas de vida, lo mismo que al fortalecimiento de los lazos afectivos fundamentales y necesarios para la vida y a retomar intereses y actividades que enriquecen nuestra vida y salud y que – debido al diario trajín – postergamos o abandonamos.
Vistas así, las vacaciones son un tiempo para la inversión en nuestra salud, en nuestro bienestar integral personal, familiar y social y en nuestro rendimiento laboral y profesional. Las vacaciones, en definitiva, son el tiempo apropiado para el descanso.
Entendiendo que el descanso no se refiere a la cesación de nuestros habituales deberes, tareas y obligaciones para dedicarnos a dormir y a no hacer nada, porque entonces las vacaciones, y el descanso en ellas, quedarían convertidos en una pérdida de tiempo y de oportunidades.
El descanso en vacaciones ha de ser un tiempo invertido en situaciones que permitan nuestra recuperación y restauración física y mental, el fortalecimiento de nuestro cuerpo y de nuestra mente, para reemprender, con nuevo ímpetu y mejor calidad, con nuevas energías, las actividades en las que usualmente somos productivos y con las que todos aportamos al progreso y desarrollo de nuestras empresas, instituciones y sociedad.
Por lo que ignorar la importancia de las vacaciones y del descanso puede traer serias y graves consecuencias en el desarrollo de la vida del ser humano y de la convivencia y progreso social.
Más importante y más relevancia cobra el tema de las vacaciones en una sociedad y en mundo en el que múltiples factores atentan contra la experiencia del descanso.
Nuestra sociedad, empujada por los avances tecnológicos, en permanente frenesí debido a la competencia y a las altas expectativas sociales que deben ser cubiertas y cumplidas, dificulta progresivamente la posibilidad del descanso de las personas.
Cada vez más nuestra vida personal y nuestra convivencia social ocurre mayoritariamente en ambientes urbanos y en mega ciudades que no duermen. Vivimos con un acelerado ritmo de vida 24/7, en medio de una permanente agitación y estimulación constante debido a la hiperconexión, a la sobrecarga de información y al desenfreno en las telecomunicaciones.
Todo lo cual convierte al “estrés” en una pandemia por la imposibilidad creciente de respetar nuestros ritmos biológicos humanos, sumado al consumo de estimulantes, a la alimentación inadecuada, al sedentarismo, a la experiencia laboral con horarios irregulares y en ambientes incómodos, a la ansiedad, a la depresión, etc.
La combinación de estos y otros factores en esta sociedad de altísima demanda, de enorme competencia y de conectividad imparable y permanente, desafían la urgente necesidad que tiene todo ser humano, especialmente el ser humano de nuestra sociedad y de nuestros días, de lograr un descanso que nos repare, nos dignifique y nos humanice.
Nuestra coyuntura histórica y social está marcada, especialmente, por la incertidumbre. Vivimos un momento sin certezas políticas, económicas, laborales, migratorias, etc. Por lo que las vacaciones y el debido descanso nos invitan, además, a la introspección, al silencio, a viajar al interior de nosotros mismos para encontrar paz y reconciliación con los demás y con el entorno y para superar las frustraciones con las que el diario vivir, con su inseguridad, vacilaciones y sospechas nos agobia.
Los invito a todos a vivir este periodo de vacaciones mediante un descanso creativo y productivo. Que este periodo del verano y del año sea para, quienes tomen vacaciones, un momento de encuentro con lo mejor de nosotros mismos y de los demás, para descubrir certezas y construir esperanza en el presente y hacia el futuro personal, familiar y social.
Mario J. Paredes es el director ejecutivo de SOMOS Community Care, una red de atención social con más de 2500 proveedores independientes, responsable de atender a más de un millón de pacientes de Medicaid en la ciudad de Nueva York.
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