Un reciente estudio llevado a cabo por el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha revelado que el kéfir, una bebida fermentada a base de leche, posee una notable capacidad para modular diferentes vías de señalización inmunitaria en el intestino. Los resultados, obtenidos mediante ensayos in vitro y publicados en la revista Food Research International, abren nuevas posibilidades en el uso de alimentos fermentados como herramientas para el fortalecimiento del sistema inmunológico.
El estudio evaluó once muestras comerciales de kéfir y las comparó con cuatro probióticos de uso farmacéutico. Las investigadoras observaron que, a diferencia de los probióticos convencionales, el kéfir presenta una composición microbiana más diversa, al combinar bacterias y hongos en su proceso de fermentación. Este equilibrio microbiano podría explicar su efecto inmunomodulador más complejo, especialmente a nivel intestinal.
Según los resultados, las bacterias como Lactococcus lactis y Streptococcus thermophilus son frecuentes en la fermentación láctea y contribuyen al bienestar intestinal, mientras que la presencia de levaduras como Kluyveromyces marxianus o Saccharomyces cerevisiae aporta propiedades antioxidantes y reguladoras del sistema inmune.
“Contar con datos claros sobre la composición microbiana del kéfir ayudaría a los consumidores a elegir productos de forma más informada”, afirma Marta Arroyo, investigadora del IATA-CSIC y autora principal del estudio.
El equipo también analizó la resistencia de los microorganismos presentes en el kéfir a las condiciones simuladas del tracto digestivo, encontrando que algunos conservan su viabilidad hasta llegar al intestino. Esto representa un factor clave en su potencial para influir directamente sobre el sistema inmunitario.
Otro hallazgo destacable fue la relación entre la diversidad microbiana y la activación de receptores inmunes específicos, como los receptores Toll-like (TLR) y el receptor de hidrocarburos arílicos (AhR), ambos cruciales en la regulación de la respuesta inmune. Una mayor biodiversidad bacteriana favoreció la activación de estas vías, mientras que una mayor presencia de levaduras se relacionó con una respuesta más equilibrada y moderada.
“El equilibrio entre bacterias y hongos parece ser determinante en la capacidad del kéfir para modular las vías de señalización intestinal”, destaca Silvia Moriano, investigadora postdoctoral del IATA-CSIC y primera autora del trabajo.
El estudio sugiere que sería recomendable incluir información más detallada sobre las cepas microbianas en el etiquetado de productos fermentados, a fin de beneficiar tanto a consumidores como a profesionales de la salud.
Las investigadoras subrayan que, aunque los resultados son prometedores, aún se necesitan ensayos clínicos en humanos para confirmar los beneficios observados y comprender mejor cómo interactúan estos alimentos con la dieta y el sistema inmune de cada individuo.
Este trabajo abre una nueva vía de investigación sobre el potencial de los alimentos fermentados como moduladores del sistema inmunitario y destaca la importancia de considerar la diversidad microbiana en su estudio y consumo.
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