La cardiooncología, una subespecialidad relativamente nueva en República Dominicana, avanza con pasos firmes para reducir la cardiotoxicidad, uno de los efectos adversos más temidos durante los tratamientos contra el cáncer, según afirmó la doctora Rosanna Aguasanta, cardióloga oncóloga y presidenta del Consejo de Cardiooncología de la Sociedad Dominicana de Cardiología.
En una entrevista para DiarioSalud TV, la especialista explicó que la cardiotoxicidad es el daño que ciertos medicamentos oncológicos pueden provocar en el corazón, afectando desde la función de bombeo hasta generar arritmias, insuficiencia cardíaca e incluso muerte súbita en épocas pasadas.
Recordó que, décadas atrás, los esquemas de quimioterapia —especialmente aquellos con antraciclinas, conocidas como “drogas killer”— ocasionaban efectos cardiovasculares severos en hasta el 50% de los pacientes, pero gracias a la reducción de dosis, una mejor comprensión de los riesgos y la integración del cardiólogo oncólogo al equipo multidisciplinario, la incidencia actual se ha reducido a entre un 10% y 15%.
La doctora Aguasanta destacó que en la actualidad ningún tratamiento oncológico debe iniciar sin una evaluación estructural y funcional del corazón, con la participación del cardiólogo oncólogo antes, durante y después de la quimioterapia, ya que un paciente puede debutar con falla cardíaca incluso 10, 15 o 20 años después.
Indicó que los factores de riesgo cardiovascular —hipertensión mal controlada, diabetes, dislipidemia, obesidad, sedentarismo, consumo excesivo de sal y alimentos procesados, alcohol, tabaquismo y vapeo— aumentan también la probabilidad de cardiotoxicidad, afectando de forma particular a los pacientes diabéticos.
Asimismo, señaló que los cánceres con mayor incidencia de este problema incluyen el de mama, linfomas, leucemias, casos tratados con radioterapia del lado izquierdo y aquellos que requieren hormonoterapia prolongada.
La experta también resaltó, que la cardiooncología moderna cuenta con herramientas como el ecocardiograma con strain, que detecta daño subclínico, y con un arsenal terapéutico que protege el corazón durante el tratamiento, incluyendo IECA, ARA-II, betabloqueadores, estatinas, inhibidores SGLT2 y ARNIs, permitiendo que pacientes antes rechazados puedan recibir quimioterapia de forma segura.
Asimismo, advirtió que señales como falta de aire, palpitaciones, alteraciones del ritmo cardíaco, mareos, fatiga extrema, dolor torácico o hinchazón en las piernas deben motivar consulta inmediata.
Finalmente, la doctora Aguasanta subrayó que la cardiooncología llegó para quedarse, enfatizando que el cáncer ya no es sinónimo de muerte y que el cardiólogo oncólogo es una parte esencial del tratamiento, desempeñando un papel fundamental dentro del equipo multidisciplinario. Por ello, reiteró que todos los pacientes oncológicos deben recibir evaluación cardíaca continua, incluso después de superar la enfermedad.
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