Por el doctor Miguel Santos T.
Cuando un ser querido enferma, lo que todos anhelamos —más allá del tratamiento— es confianza.
Queremos creer que quienes nos atienden harán lo correcto, que el centro de salud es seguro, que la ciencia está de nuestro lado. Sin embargo, la calidad no ocurre por fe ni por azar: requiere una estructura invisible de vigilancia ética y técnica. Esa estructura tiene un nombre: Auditoría Médica. El detective de la calidad y guardián de la conciencia, es ella, que en esencia, es un acto filosófico.
Es el ejercicio del pensamiento crítico dentro de la medicina. Examina, pregunta y duda, no por desconfianza, sino por amor a la verdad y al ser humano. Su propósito no es señalar culpables, sino iluminar las zonas grises donde la rutina, el cansancio o la inercia pueden erosionar la excelencia.
En palabras de Aristóteles, “la virtud está en el hábito de hacer bien las cosas”. La auditoría médica es ese hábito institucionalizado, una práctica sistemática que compara lo que se hizo con lo que debió hacerse, de acuerdo con la ciencia, la ética y la justicia.
A través del modelo de Donabedian, en la auditoría se observan tres dimensiones esenciales del ser sanitario:
1. Estructura: los cimientos materiales y humanos del cuidado.
2. Proceso: la manera en que se ejerce la ciencia y la empatía.
3. Resultado: la huella que deja la atención en la vida del paciente.
Cada revisión es una pregunta ética: ¿estamos honrando la dignidad de las personas?
De control financiero a ejercicio de sabiduría práctica, la auditoría médica nació en la era industrial como una herramienta de control económico. Sin embargo, en el ámbito de la salud, esa mirada reducida resultó insuficiente. No ha bastado con equilibrar los gastos reduciéndolos, hay que equilibrar aumentando los valores humanos para no afectar a la calidad de la atención.
La evolución del sector salud hacia la gestión de calidad total y su incorporación al ciclo filosófico del “Planificar, Hacer, Verificar y Actuar” representó una revolución moral. El auditor dejó de ser un juez y pasó a ser un mentor. Ya no se busca castigar el error, sino comprenderlo y transformarlo en conocimiento. En República Dominicana, la Resolución Administrativa 00238-2021 de la SISALRIL ha sido un paso concreto hacia esa madurez ética, al regular la práctica de la auditoría médica con transparencia y rigor técnico.
La auditoría médica actúa como una conciencia en tres tiempos, para cuidar el presente, el pasado y el futuro:
– Previa (Prospectiva): detiene el exceso antes de que ocurra.
– Concurrente: acompaña al paciente durante su proceso, corrigiendo en el instante.
– Subsiguiente (Retrospectiva): aprende del pasado para no repetir los mismos errores.
Así, la auditoría no solo observa: educa, previene y repara. Es el tiempo reflexivo del sistema, su pausa filosófica para preguntarse: ¿estamos actuando con conciencia?
La auditoría médica produce al mismo tiempo un impacto cuádruple: ética, justicia, verdad y aprendizaje.
1. Ética y seguridad: proteger al paciente no es una tarea técnica, sino un compromiso moral. “Primero, no hacer daño” es más que un principio médico: es un principio de humanidad.
2. Justicia financiera: el uso responsable de los recursos es una forma de equidad social. Cada peso bien administrado es una expresión de respeto hacia todos los que confían en el sistema.
3. Verdad documental: el expediente médico es la memoria del acto de cuidado. A través de él, la auditoría defiende tanto la transparencia como la reputación del profesional.
4. Aprendizaje continuo: la revisión constante nos devuelve a Sócrates: “Solo sé que no sé nada”. Reconocer nuestros límites del saber, es el primer paso para mejorarlo.
El futuro de la auditoría es también un desafío filosófico, pasando del ojo humano al pensamiento digital. La Historia Clínica Electrónica (HCE) y la inteligencia artificial multiplican la capacidad de análisis, pero también nos obligan a preguntarnos: ¿seguirá habiendo juicio humano detrás de los algoritmos?
La auditoría predictiva puede anticipar riesgos, detectar fraudes y sugerir tratamientos óptimos, sin embargo, la ética no puede programarse del todo. La tecnología debe ser herramienta, no reemplazo. La verdadera auditoría — así como la verdadera medicina— solo tiene sentido si está al servicio de la vida.
Más allá de los balances y los protocolos, la Auditoría Médica es un ejercicio filosófico en sí mismo, arraigado en la ética de la responsabilidad y la búsqueda de la verdad. El principal dilema filosófico en medicina es la falibilidad humana frente al ideal de perfección. El médico, como ser humano, puede cometer errores, la auditoría, como sistema, no está diseñada para castigar el error, sino para sistematizar la corrección. Es por ello que se basa en varios elementos tales como:
1- El Contrato de Confianza: La auditoría valida el contrato social que existe entre el paciente y el sistema de salud. El paciente entrega su cuerpo y su vida; el sistema le debe confianza y diligencia. La auditoría es la prueba que el sistema se somete voluntariamente a la crítica para demostrar que esa confianza está justificada.
2- La Búsqueda del Télos: Filosóficamente, el télos (o propósito final) de la medicina es la salud óptima. La auditoría es la manifestación práctica del esfuerzo continuo por alcanzar ese ideal. Al preguntar «¿Qué debimos hacer?», nos obliga a reflexionar sobre la práctica ideal basada en la evidencia científica, funcionando como la conciencia crítica que dirige al profesional hacia su máxima expresión.
3- Responsabilidad y Deontología: La revisión constante obliga a la rendición de cuentas (accountability), reforzando la deontología. No es solo lo que se siente que es correcto, sino lo que la ciencia y la norma establecen como correcto. La auditoría, en este sentido, es la guardiana del deber profesional.
En conclusión, la auditoría médica es la conciencia crítica del sistema sanitario. No se exhibe ni se aplaude en los quirófanos ni protagoniza titulares, pero sin ella la medicina perdería su brújula moral, su labor sostiene la credibilidad del sistema sanitario. Más allá de los indicadores y los informes, lo que la auditoría representa es una búsqueda de verdad. Es el recordatorio de que cada decisión médica lleva implícita una pregunta filosófica: ¿qué es lo correcto hacer?
En un país que aspira a consolidar un sistema de salud digno y sostenible, fortalecer la auditoría médica no es un trámite técnico: es un acto de justicia, de amor al conocimiento y de respeto por la vida humana. En una sociedad donde los errores médicos pueden costar vidas y la desconfianza puede colapsar sistemas, la auditoría médica emerge como el héroe invisible. Porque, al final, no se puede mejorar lo que no se mide, y tampoco se puede sanar lo que no se contempla con conciencia.
La Auditoría Médica es un compromiso de todos y con todos, si queremos servicios de salud con calidad en RD, pues ella es el estándar que nos protege y la revisión que nos hace mejores.
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