Sistemas de salud post-COVID-19: desafíos globales, innovación tecnológica y equidad a través de la atención primaria

Apuntes de Salud Global

Dr. Eddy Pérez-Then*
Presidente, Two Oceans In Health
Decano Asociado de Investigación, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad O&M

Introducción

La pandemia por COVID-19 expuso las fortalezas y vulnerabilidades de los sistemas de salud en todo el mundo, poniendo a prueba su capacidad de respuesta, resiliencia y equidad. Si bien algunos países lograron adaptarse rápidamente mediante estrategias de atención primaria sólidas y tecnologías emergentes, otros enfrentaron colapsos parciales o totales de sus servicios de salud, agravando las desigualdades preexistentes.

En este contexto, el análisis comparativo de los sistemas de salud en un contexto global, específicamente los de los Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina, ofrece una visión integral de los avances, retrocesos y oportunidades para la mejora postpandemia. Más allá de los indicadores tradicionales —esperanza de vida, cobertura sanitaria, mortalidad materno-infantil o carga de enfermedad—, resulta esencial incorporar una perspectiva orientada a la equidad, la prevención y la innovación.

En particular, la atención primaria en salud (APS), reconocida por su capacidad de brindar servicios accesibles, continuos y culturalmente adecuados, se perfila como la base para transformar los sistemas de salud con un enfoque comunitario. Al integrarse con tecnologías de inteligencia artificial (IA), esta estrategia puede potenciarse aún más para reducir brechas, mejorar la gestión de recursos y personalizar las intervenciones de salud pública.

Este artículo explora las fortalezas y debilidades de los sistemas de salud en las principales regiones del mundo, los cambios observados en los indicadores tras la pandemia, y las perspectivas futuras centradas en una APS fortalecida e interconectada con soluciones basadas en IA para alcanzar una salud global más equitativa.

Panorama Comparativo Global de Sistemas de Salud

A. Estados Unidos1,2

El sistema de salud de los Estados Unidos se caracteriza por una alta inversión per cápita, siendo el país que más gasta en salud a nivel mundial. Sin embargo, esta inversión no se traduce de manera proporcional en mejores resultados sanitarios para la población. La fragmentación del sistema, basada en una mezcla de seguros privados y públicos, ha generado grandes disparidades en el acceso y la calidad del cuidado, especialmente entre las minorías raciales y los grupos de bajos ingresos.

La pandemia de COVID-19 exacerbó estas debilidades, provocando un descenso notable en la esperanza de vida, particularmente entre comunidades afroamericanas y latinas. Además, el país mantiene una elevada carga de enfermedades crónicas como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares, lo que aumentó la letalidad del virus en estos grupos vulnerables. A pesar de sus centros de excelencia, innovación tecnológica y liderazgo en investigación biomédica, la falta de cobertura universal continúa siendo una de las principales limitaciones del sistema estadounidense para garantizar salud equitativa.

B. Europa3,4

Los sistemas de salud en Europa Occidental se destacan por su orientación hacia la cobertura universal, financiada a través de sistemas públicos o seguros sociales obligatorios. Países como Alemania, Francia, Países Bajos y los nórdicos han logrado resultados sanitarios sobresalientes mediante modelos solidarios, regulados y centrados en la atención primaria y la prevención.

Durante la pandemia de COVID-19, la mayoría de los países europeos pudieron desplegar respuestas relativamente coordinadas, sustentadas en sistemas robustos de vigilancia epidemiológica, redes de atención integradas y una fuerte presencia del Estado en la planificación sanitaria. No obstante, también se pusieron de manifiesto tensiones estructurales, como la escasez de personal sanitario y la presión sobre los presupuestos públicos, en especial en naciones con poblaciones envejecidas.

El envejecimiento demográfico representa uno de los mayores desafíos futuros, tanto en términos financieros como operativos. Las necesidades crecientes de atención crónica y cuidados de largo plazo están forzando a varios sistemas a innovar en sus modelos de prestación y financiamiento. En este contexto, fortalecer la APS, digitalizar los servicios y mejorar la coordinación intersectorial son prioridades identificadas por los gobiernos y organismos europeos.

C.  Asia5,6

Asia alberga una gran diversidad de sistemas de salud, reflejo de su heterogeneidad económica, política y demográfica. Países de altos ingresos como Japón, Corea del Sur y Singapur han construido sistemas eficientes con amplia cobertura, tecnología avanzada y un fuerte componente de salud pública. En contraste, naciones de ingresos bajos y medios como India, Bangladesh, Filipinas y Myanmar enfrentan retos significativos en infraestructura, equidad y acceso.
Durante la pandemia, algunas economías asiáticas fueron pioneras en el uso de herramientas digitales para rastreo de contactos, vigilancia y respuesta sanitaria, especialmente Corea del Sur y China. Estas estrategias permitieron cierto control inicial del brote, aunque también generaron debates sobre privacidad y derechos civiles.

En países de bajos ingresos, el impacto de la enfermedad COVID-19 fue más severo debido a sistemas fragmentados, bajos niveles de gasto público en salud y una alta dependencia de los hogares para el financiamiento del cuidado. Las brechas urbano-rurales se acentuaron, revelando la necesidad de fortalecer la APS, mejorar la distribución del personal sanitario y expandir la cobertura efectiva.

La región enfrenta el desafío de consolidar sistemas resilientes capaces de responder a futuras emergencias, sin descuidar enfermedades no transmisibles, salud mental y envejecimiento poblacional. Las alianzas regionales y la cooperación intergubernamental son elementos clave para avanzar hacia una cobertura sanitaria universal equitativa.

D. América Latina7,8

América Latina presenta un mosaico de sistemas de salud con profundas diferencias en términos de financiamiento, cobertura y gobernanza. Si bien algunos países como Brasil y Cuba han desarrollado redes sólidas de APS, gran parte de la región enfrenta sistemas fragmentados y una histórica subinversión pública en salud, lo que limita la equidad y la eficiencia.

Durante la pandemia, la región sufrió uno de los mayores impactos globales en términos de mortalidad y colapso hospitalario, debido a debilidades estructurales preexistentes. La falta de infraestructura, escasez de recursos humanos, baja capacidad de vigilancia epidemiológica y problemas de coordinación interinstitucional dificultaron la respuesta en muchos países.

Sin embargo, la experiencia también trajo oportunidades de innovación, como el uso de tecnologías móviles para el seguimiento de casos y la ampliación del rol de la APS en la gestión comunitaria de la pandemia. Países como Uruguay y Costa Rica demostraron que una APS bien estructurada puede mitigar los efectos de crisis sanitarias.

La región enfrenta ahora el reto de fortalecer la rectoría del Estado, mejorar la articulación entre niveles de atención y avanzar hacia una cobertura efectiva con enfoque en derechos. A su vez, es indispensable aumentar la inversión pública en salud y reducir las barreras de acceso, especialmente en poblaciones rurales e indígenas.

Estrategia de APS: pilar para la equidad9,10

La estrategia de APS constituye un elemento esencial para alcanzar sistemas de salud universales, equitativos y sostenibles. Su enfoque centrado en la persona, la familia y la comunidad, junto a su capacidad de ofrecer servicios accesibles, continuos y culturalmente adecuados, ha sido ampliamente respaldado por la evidencia científica y los organismos internacionales.

Durante la pandemia de COVID-19, la APS demostró ser un pilar clave en la contención comunitaria del virus, la continuidad de servicios esenciales y la promoción de conductas saludables. En contextos de alta presión hospitalaria, los equipos de APS asumieron funciones ampliadas, incluyendo vigilancia epidemiológica, seguimiento domiciliario, apoyo psicosocial y vacunación masiva.
Sin embargo, la pandemia también expuso debilidades históricas en la infraestructura, el financiamiento y la capacitación del personal de APS, especialmente en países de bajos y medianos ingresos.

La experiencia reciente ha generado un renovado consenso sobre la necesidad de revalorizar la APS como eje articulador de los sistemas de salud. Esto implica no solo aumentar la inversión pública, sino también integrar la APS con otros niveles de atención, empoderar a las comunidades y garantizar condiciones dignas de trabajo para los profesionales de salud.

Sinergia atemporal: APS e IA para reducir desigualdades11,12

La integración de la IA en la APS, representa una oportunidad estratégica para abordar las desigualdades estructurales que afectan a millones de personas, especialmente en contextos de bajos recursos. Ambas estrategias —la APS centrada en la comunidad y la IA como potenciador de capacidades— pueden combinarse para ofrecer soluciones más equitativas, accesibles y eficientes.

En territorios rurales o marginalizados, donde la disponibilidad de personal médico especializado es limitada, los sistemas basados en IA pueden apoyar a los equipos de APS en la toma de decisiones clínicas, el seguimiento de pacientes crónicos, la detección precoz de complicaciones y la gestión de alertas sanitarias. Estas herramientas también permiten optimizar rutas de atención, predecir necesidades de insumos y reducir tiempos de respuesta en emergencias.

No obstante, para que esta sinergia tenga un impacto positivo y sostenible, es indispensable asegurar que las tecnologías desarrolladas se ajusten a los contextos locales, sean culturalmente pertinentes y respeten los derechos humanos. Además, se requiere una gobernanza ética robusta que garantice transparencia, equidad y participación comunitaria en el diseño e implementación de estas innovaciones.

Invertir en la formación digital del personal de APS, promover alianzas público-privadas responsables y establecer infraestructuras interoperables son pasos clave para avanzar hacia un modelo de salud más justo. En este escenario, la IA no debe entenderse como un sustituto de la labor humana, sino como un instrumento para fortalecer la APS, ampliar su alcance y reducir la brecha de acceso a servicios de calidad.

Observaciones finales 

Por lo previamente expuesto, el análisis comparado de los sistemas de salud a nivel global evidencia una gran diversidad de modelos, capacidades y resultados. La pandemia de COVID-19 actuó como un catalizador que expuso debilidades estructurales y aceleró innovaciones en múltiples regiones. Entre los factores clave asociados a un mejor desempeño sanitario destacan la cobertura universal, la fortaleza de la APS, la inversión pública sostenida y el uso estratégico de tecnologías como la IA.

Estados Unidos demuestra que un gasto elevado no garantiza equidad ni eficiencia si el sistema es fragmentado y excluyente. Por el contrario, países como Costa Rica, Japón o el Reino Unido, con menores porcentajes del producto bruto interno (PIB) asignados a salud, logran mejores resultados gracias a sistemas centrados en la prevención, la integración de servicios y la participación estatal.

La APS, cuando está bien financiada, integrada con otros niveles de atención y vinculada a la comunidad, se convierte en el pilar para sistemas resilientes y equitativos. Su sinergia con la IA puede potenciar el acceso, la personalización del cuidado y la eficiencia operativa, siempre que se respeten principios éticos y se eviten sesgos estructurales.

Resulta impostergable que los gobiernos prioricen la salud como inversión estratégica y no como gasto. Aumentar progresivamente el porcentaje del PIB destinado al sector salud, mejorar la gestión de los recursos (humanos y financieros), así como fomentar la interoperabilidad tecnológica, son pasos urgentes para garantizar el derecho a la salud de todas las personas y reducir la inequidad existente en los diferentes grupos de poblaciones que coexisten a nivel global.

Referencias Bibliográficas

  1. Tikkanen R, Abrams MK. Health Care System Performance Ranking. The Commonwealth Fund; 2020.
  2. Woolf SH, Masters RK, Aron LY. Effect of COVID-19 on life expectancy in the US. JAMA. 2021;325(6):511–512.
  3. OECD. Health at a Glance: Europe 2022. Paris: OECD Publishing; 2023.
  4. World Health Organization Regional Office for Europe. Lessons from the COVID-19 pandemic. WHO; 2022.
  5. World Bank. The Future of Health Systems in Asia. Washington, DC: World Bank; 2022.
  6. Chen L, Zhang Q, Wang Y, et al. Digital health in Asia: COVID-19 and beyond. Lancet Digit Health. 2021;3(2):e93–e95.
  7. Pan American Health Organization. The renewal of Primary Health Care in Latin America post-COVID. PAHO; 2022.
  8. Atun R, De Andrade LOM, Almeida G, et al. Health systems reform in Latin America. Lancet. 2020;395(10229):1347–1358.
  9. World Health Organization. Operational Framework for Primary Health Care. Geneva: WHO; 2022.
  10. Starfield B. Primary care and equity in health: the evidence revisited. Ann Fam Med. 2009;7(6):484–485.
  11. World Health Organization. Ethics and governance of AI for health. Geneva: WHO; 2021.
  12. Celi LA, Ippolito A, Montgomery R, et al. Equity in AI and digital health: building a sustainable and just ecosystem. Nat Med. 2022;28:1325–1330.
* El autor es médico especialista en Salud Pública, con MBA en Gestión Internacional de la Salud por Frankfurt School of Finance and Management, Maestría en Ciencias de la Salud Pública y el PhD en Estudios Interdisciplinarios, mención Salud Global, por la Universidad de Miami. 

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