En el reciente Congreso de Enfermedad Cerebrovascular, organizado por la Sociedad Dominicana de Neurointervención y Neurología Vascular (SDNINV), se alcanzó un consenso sobre la necesidad de implementar una ruta nacional de atención al ictus. La propuesta busca unificar protocolos, capacitar recursos humanos y garantizar el acceso a tratamientos de última generación para todos los pacientes.
El evento reunió a destacados especialistas de Argentina, Estados Unidos, Puerto Rico y República Dominicana, quienes coincidieron en que la puesta en marcha de un código ictus efectivo representa un gran desafío, no solo tecnológico, sino también logístico y organizacional. Este mecanismo permitiría agilizar la respuesta desde el momento en que el paciente llega al hospital.
En este contexto, el doctor Luis Suazo, presidente de la sociedad organizadora, subrayó que el país debe avanzar hacia la conformación de una red certificada de unidades de ictus, capaz de recibir y tratar de manera inmediata a los pacientes sin importar su lugar de residencia.
Este mismo tema también fue abordado en el reciente congreso de la Sociedad Dominicana de Medicina Familiar y Comunitaria (Sodomefyc), donde se planteó que los accidentes cerebrovasculares (ACV) ya no son exclusivos de personas mayores, sino que afectan cada vez más a jóvenes.
Al exponer en el evento, la doctora Idelquis Escoto, advirtió que la falta de prevención y campañas educativas está impulsando un incremento preocupante de la incidencia de casos.
Subrayó que el impacto del ictus va más allá de la salud individual: constituye una carga social y económica para las familias y el sistema de salud, debido a la discapacidad, dependencia y altos costos de atención a largo plazo que genera.
“Antes los ACV se asociaban a pacientes mayores de 70 años, pero hoy vemos jóvenes de 25, 30 y 40 años que los padecen. Esto responde a factores de riesgo prevenibles en un 80 %, como hipertensión, obesidad, diabetes, tabaquismo y sedentarismo”, enfatizó la doctora Escoto.
La especialista explicó que una red ictus no se limita a hospitales de referencia, sino que debe garantizar que cada centro con tomógrafo cuente con un equipo multidisciplinario capacitado para actuar de forma inmediata y con un mismo lenguaje clínico.
En cuanto a la infraestructura disponible, Escoto señaló que República Dominicana solo dispone de dos centros especializados en ictus en Santo Domingo y entre tres a cuatro a nivel nacional, lo que limita gravemente la capacidad de respuesta.
“Tenemos una cultura de manejo centralizado, y eso retrasa la atención. Si logramos descentralizar el tratamiento y aplicar protocolos unificados, podremos salvar más vidas y reducir las secuelas de esta enfermedad”, concluyó la doctora Escoto.
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