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Chancro Blando

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Autor: Ramon Alfredo Rodriguez Titen. Estudiante de medicina de 5to año de la Universidad Central del Este (UCE). Miembro del comité permanente de Educación Médica (SCOME). Organización Dominicana de Estudiantes de Medicina (ODEM).

El chancroide o chancro blando (ulcus molle) fue diferenciado por primera vez del chancro sifilítico por Bassereau en Francia (1852). El bacilo causal (Haemophilus ducreyi) fue descubierto y descrito en 1889 por un bacteriólogo de la Universidad de Nápoles llamado A. Ducrey, que obtuvo el agente etiológico a partir de las úlceras de 3 enfermos y lo inoculó sucesivamente en el antebrazo de los mismos pacientes hasta obtener 15 generaciones. En 1892 Unna describió el aspecto histológico de la úlcera del chancroide y halló estreptobacilos gramnegativos en los cortes histológicos.

El chancroide es una causa frecuente de úlcera genital. Se ha estimado que existen 7 millones de casos nuevos al año. Es más frecuente en los países en vías de desarrollo, sobre todo en las áreas tropicales y subtropicales. Su mayor prevalencia se observa en África, Asia y Latinoamérica, siendo endémico en muchos países (Kenya, Gambia, Zimbabwe). Se considera la causa más frecuente de úlcera genital en África  y se estima que su incidencia global puede ser superior a la de la sífilis. Estos países son los que presentan las mayores tasas de infección por VIH. El chancroide es una causa común de úlcera genital en los 18 países donde la prevalencia de infección por el VIH en la población adulta sobrepasa el 8%; mientras que es infrecuente en aquellos países con baja intensidad de la epidemia de VIH.

El reservorio de H. ducreyi parece ser exclusivamente humano. Se trata de una enfermedad de alta capacidad de infección y baja patogenicidad, por lo que tiene una elevada contagiosidad. Suele darse en varones, sobre todo en fimóticos, con una relación varón:mujer de 10-20:1. Tradicionalmente se intentaba justificar la mayor proporción de varones infectados con el papel de portadoras asintomáticas de las mujeres, en especial las prostitutas; sin embargo, esta circunstancia suscita actualmente controversia. La edad de presentación oscila entre los 20 y los 40 años. Ocurre preferentemente en estratos socioeconómicos pobres, con escasa o nula higiene y, aunque la raza no parece influir en la susceptibilidad de los pacientes, la raza negra está frecuentemente afectada. La fuente de infección más común es la prostitución, sobre todo la de bajo nivel social. La enfermedad no confiere inmunidad y puede producirse la autoinoculación y la reinfección en individuos que viven en ambientes de intensa promiscuidad.

El chancroide presenta un período de incubación que oscila entre 3 y 7 días, aunque se han observado variaciones de 1 a 40 días. Posteriormente, sin la aparición de síntomas prodrómicos, el chancroide comienza como una pápula eritematosa o vesiculopustular que en 24-48 horas evoluciona gradualmente hacia una lesión ulcerada. La úlcera puede ser única, aunque con frecuencia son múltiples, no indurada, con un diámetro que oscila entre 1 mm y 2 cm, redondeada, con unos bordes irregulares y socavados, cubierta con un exudado de color amarillo-grisáceo y con una base compuesta por tejido de granulación que sangra al mínimo roce. En los márgenes de la lesión suele apreciarse un discreto componente inflamatorio, clásicamente llamado «doble borde de Petges».

Las lesiones del chancroide suelen ser dolorosas, a diferencia de la úlcera observada en la sífilis, aunque en la mujer, y según el lugar de inoculación, pueden permanecer asintomáticas o dar síntomas atípicos como dispareunia, dolor en la defecación, hemorragia rectal o leucorrea vaginal. La lesión ulcerosa, tras una evolución espontánea, cicatriza en 4-6 semanas, y queda una superficie lisa o ligeramente deprimida y pigmentada.

Se han descrito variantes clínicas como el chancroide gigante, el folicular, el papular, el fagedénico (secundario a una sobreinfección por anaerobios como Fusobacterium spp. o Bacteroides spp. asociado a un rápido crecimiento y gran destrucción tisular) y el transitorio (de pequeño tamaño y remisión espontánea en unos días). La aparición de una adenopatía inguinal dolorosa es también un hallazgo característico del chancroide y puede darse hasta en el 50% de casos. Suele presentarse de 1 a 2 semanas después de la instauración de la úlcera

El diagnóstico de laboratorio del chancroide se basa en el aislamiento de H. ducreyi de la úlcera genital o del material obtenido de la adenopatía inguinal y en la exclusión de otras causas de úlcera genital, especialmente herpes simple, sífilis, linfogranuloma venéreo y granuloma inguinal.

El cultivo de H. ducreyi se ha considerado como la «prueba oro» para evaluar otros métodos diagnósticos; sin embargo, con la aparición de las técnicas de amplificación de ADN se ha demostrado una sensibilidad máxima del cultivo del 75-80%.

Desde el punto de vista histológico, el chancroide se caracteriza por 3 zonas de disposición vertical: una zona necrótica superficial, una zona media de neovascularización y una zona profunda compuesta por un infiltrado de linfocitos y células plasmáticas. Sin embargo, la biopsia no se recomienda como prueba diagnóstica, sino para descartar malignidad en úlceras atípicas y con mala evolución.

Los CDC recomiendan (de forma empírica) cuatro regímenes terapéuticos: azitromicina, 1 g vía oral en monodosis; ceftriaxona, 250 mg vía i.m. en monodosis; ciprofloxacino, 500 mg/12 h vía oral durante 3 días o eritromicina base oral, 500 mg/6 h durante 7 días. Pero, se recomienda siempre, de forma diagnóstica, realizar un antibiograma a las secreciones expulsadas por el chancro.

El tratamiento local consiste en el empleo de lavados cuidadosos y repetidos con agua y jabón y la colocación de apósitos con agentes antisépticos (permanganato potásico al 1/10.000 o povidona yodada). En el caso de la mujer, son útiles los baños de asiento y las compresas calientes.

La erradicación del chancroide es un objetivo viable de la salud pública. La instauración de una educación sanitaria dirigida a las personas de riesgo, las medidas profilácticas de los profesionales del sexo y sus clientes contra ésta y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) y la mejora de los servicios sanitarios y terapéuticos de las ETS son algunas de las estrategias de demostrada eficacia que podrían y deberían ser empleadas.

Conclusión: 

Es de suma importancia el empleo de medidas preventivas para disminuir el riesgo de presentar chancro blando, en este caso, es necesario recordarles a las personas el uso de condones para realizar cualquier tipo de actividad sexual y disminuir la promiscuidad.

Es necesario no tener más de una pareja sexual y no realizar ningún tipo de actividad sexual con mujeres que laboren en el área de la prostitución. (Ya que se ha visto una mayor incidencia en personas que mantienen relaciones heterosexuales).

En caso de presentar cualquier lesión ulcerosa en el área genital, debe visitar a su médico.

Referencias bibliográficas:

Pedro Zaballos Diego, Mariano Ara Martín y Benicio Sanz Colomo, El Chancroide, Centro de Prevención y Control de las ETS. CAP Les Drassanes. Barcelona. Art. 46.851 

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