BRASIL.- El proyecto dirigido por el profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) Mario Alberto Cardoso da Silva Neto pretende inocular una bacteria en diversas plantas que alterarían la genética del mosquito y, en definitiva, bloquearían su sed de sangre.
Al ser un mosquito anautógeno, el aedes aegyptise alimenta de los azúcares presentes en la savia de las plantas, pero durante sus primeros días de vida, según explica Cardoso a Efe, las hembras desarrollan la capacidad de chupar sangre como parte del proceso de desove.
Esta primera fase del proyecto recibe el nombre de “evitando la primera picadura” y su objetivo es identificar la combinación necesaria entre la bacteria y los tipos de plantas de las que habitualmente se alimenta el aedes aegypti.
De esta manera, apunta Cardoso, no sólo se evita que el mosquito se convierta en un transmisor de contagios entre seres humanos, sino que además se logra mermar su capacidad reproductiva en varias generaciones.
El segundo paso del proyecto recibe el nombre de “Flower Power”, en clara referencia al movimiento hippy que en los años sesenta hizo de las flores su símbolo de lucha contra la violencia, y propone la proliferación de esas plantas transgénicas en aquellos lugares en los que la presencia del mosquito puede suponer un problema.
Hasta la fecha, el equipo de investigación del Instituto de Bioquímica Médica de la UFRJ ha localizado hasta 40 tipos de plantas que son “visitadas” por este mosquito.
En la actualidad, los investigadores trabajan con la impatiens walleriana, conocida más popularmente en Brasil.
El objetivo del proyecto es atacar directamente al vector transmisor tanto del virus zika, como de otras enfermedades vinculadas al aedes, como el dengue y el chikunguña.
Para Cardoso, el proyecto supone una gran ventaja frente al desarrollo de vacunas, que “puede resultar más complejo”, ya que el ‘Aedes aegypti’ puede transmitir hasta 200 tipos de virusdiferentes.
La previsión es que las primeras pruebas en zonas urbanas puedan comenzar en un plazo de tres años y que a lo largo de esta próxima década pueda ser implantado en una gran ciudad, como Río de Janeiro.
Hasta entonces, mangas largas y repelentes seguirán siendo las principales herramientas frente a estos voraces mosquitos.
Fuente: EFESalud
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