COVID-19: ¿La materialización de las teorías conspirativas o la evolución básica de los virus?

Pocas generaciones como la nuestra han podido atestiguar el aceleramiento de la detección de nuevos patógenos en la tierra, y como estos han causado conmoción en las sociedades de todo el mundo casi anualmente. 

Los avances en el conocimiento de las estructuras genómicas de los organismos, las técnicas disponibles de aislamiento y amplificación de ácidos nucleicos, y la colaboración científica global, nos permiten dibujar un panorama mas detallado de las situaciones reales de quienes comparten nuestro lugar en la tierra. Durante los últimos diez años solamente hemos podido ver los efectos devastadores de patógenos emergentes y reemergentes en casi todos los continentes. Desde la influenza A H1N1, pasando por el virus Ébola, el virus de Chikungunya, el virus Zika, y los coronavirus causante de Síndrome Respiratorio Agudo los de Medio Oriente, y los recién asignados por el Comité Internacional de Taxonomía Viral (ICTV): SARS-CoV-1 y 2 [Figura 1].

Figura 1. Homología filogenética de algunos coronavirus zoonóticos y humanos, los Coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo Severo 1 y 2 (SARS-CoV-1 y 2), y los coronavirus de murciélagos y del pangolin. Nótese que los coronavirus causantes del Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS) muestran una divergencia significativa y por eso no están ubicados a las distancias de pares de bases correspondientes. 

Lo fascinante de los virus, es que por definición no son organismos vivos, por lo cual matarlos no es posible, por eso los expertos nos aferramos al término de inactivarlos. Pero no solo eso representa un hecho fascinante, sino el reto que representa lograr que en la percepción de los humanos puedan entender como ellos pueden transmitirse, cómo nuestras conductas permiten que cambien, y se adecúen a nuevos huéspedes. Esto último, aunado a la magia de la cinematografía es lo que genera que en el consciente colectivo, siempre surja la pregunta de si los virus son creados por científicos maléficos, por que no es posible que algo tan inverosímil y surrealista sea capaz de colapsar las economías mas poderosas del mundo. 

La solución ante ese dilema es simplemente asignarle al “enemigo” del momento la culpa de la creación de ese ente demoníaco. En este sentido entra a la guerra económica entre China y los Estados Unidos, el desafortunado “spillover” del SARS-CoV-2 causante de la recién bautizada Enfermedad Causada por Coronavirus-19 (COVID-19, por sus siglas en inglés). ¿Qué sabemos de este nuevo virus?, es el séptimo de su familia capaz de infectar a humanos, en su comparación genómica se observa una capacidad de adherirse a los receptores ACE2 humanos para poder entrar a la célula huésped, y además que posee variabilidades genómicas de pares de bases simples, y no secuencias completas. 

Cuando analizamos estas dos características llegamos a las siguientes conclusiones: 1) en análisis de modelamiento de tasas infecciosas, el receptor ACE2 no luce ser el mas óptimo para permitir su entrada y replicación, por lo tanto si hubiese sido manipulado este no sería un elemento que un científico experimentado desestimaría; 2) las similitudes genómicas de el SARS-CoV-2 con otros CoV de otras especies, por ejemplo el de murciélagos (comparten un 96% de homologías), es decir, que el mismo fue producto de la selección natural en una transferencia zoonótica, de hecho, los dominios de receptores (RBD) del SARS-CoV-2 son muy similares a los del pangolín malayo (Manis javanica) lo cual sugiere un paso intermedio entre especies en su fase de adecuación; y 3) hasta el momento todos los genomas del SARS-CoV-2 secuenciados comparten las mismas características genómicas, por lo que si este hubiese obtenido mutaciones durante las manipulaciones de laboratorio (o pasajes de cultivos celulares), los mismos hubiesen creado una “memoria” molecular fácil de diferenciar. 

Es normal que ante la situación de pandemia y la interconectividad de la cual gozamos se generen rumores, y que los mismos se amplifiquen ante el temor del impacto y la mortalidad que se ha estado registrando por la COVID-19, sin embargo, la evidencia científica existente desmiente la posibilidad de que el mismo haya sido creado en un entorno manipulado por el ser humano, con la única intensión de desestabilizar el mundo entero. 

En este caso al igual que en otros en el que el efecto “Richard Preston”, autor de Zona Caliente novela que inmortalizó el cuadro clínico ficticio de la infección por el virus Ébola, tampoco es real que hemos creado un virus mortal para destruir la humanidad, los autores de ficción tendría mucho material para escribir novelas, pero la realidad científica dista mucho de ella. 

La carrera para conseguir un tratamiento eficaz a penas empieza, algunas vacunas ya se han empezado a diseñar pero no tendremos respuestas de su eficacia hasta dentro de varios meses, la prisa para evitar nuevas infecciones es la única medida que ha demostrado ser capaz de revertir la onda explosiva de un virus nuevo en la población. 

Referencias:

  1. Wan, Y., Shang, J., Graham, R., Baric, R. S. & Li, F. J. Virol. https://doi.org/10.1128/JVI.00127-20 (2020).
  2. Sheahan, T. et al. J. Virol. 82, 2274–2285 (2008).
  3. Wu, F. et al. Nature https://doi.org/10.1038/s41586-020-2008-3 (2020).

Dr. Robert Paulino-Ramírez
Profesor de Virología Medica y Medicina Tropical
Director, Instituto de Medicina Tropical & Salud Global
Universidad Iberoamericana

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