Por el doctor Willians De Jesús Salvador, médico endocrinólogo, presidente de la Sociedad Dominicana de Endocrinología.
Las enfermedades cardio-metabólicas, como la obesidad, la diabetes tipo 2, las cardiopatías y las afecciones hepáticas y renales, representan una crisis global de salud. Ante este panorama, la semaglutida, un análogo del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), emerge como una terapia innovadora con beneficios multisistémicos respaldados por rigurosas evidencias científicas.
Mecanismo de Acción: Más allá del control glucémico, la semaglutida actúa estimulando los receptores de GLP-1, regulando la secreción de insulina, reduciendo el apetito y enlenteciendo el vaciamiento gástrico. Sin embargo, estudios recientes revelan efectos adicionales: antiinflamatorios, protección endotelial y reducción del estrés oxidativo, claves para su impacto en múltiples órganos.
Obesidad: Reducción de Peso con resultados duraderos: Los ensayos STEP (Semaglutide Treatment Effect in People with obesity) demostraron que la dosis de 2.4 mg semanales induce una pérdida de peso del 15-20% en 68 semanas, duplicando la eficacia de terapias previas. Este efecto no solo mejora la calidad de vida, sino que reduce el riesgo de comorbilidades.
Diabetes Tipo 2: Control glucémico y protección cardiovascular, en los estudios SUSTAIN y PIONEER, la semaglutida redujo la hemoglobina glucosilada (HbA1c) en 1.5-1.8%, con ventajas adicionales: el ensayo SUSTAIN-6 mostró un 26% menos de eventos cardiovasculares mayores (infartos, ACV) en pacientes diabéticos.
Corazón: Un escudo contra eventos adversos, el revolucionario estudio SELECT (2023), con más de 17,000 participantes sin diabetes, pero con obesidad y enfermedad cardiovascular, reveló que la semaglutida reduce un 20% el riesgo de infartos, ACV o muerte cardiovascular. Esto posiciona al fármaco como el primero en demostrar beneficios cardíacos en población no diabética.
Hígado: Aliado contra la Esteatosis y la NASH, investigaciones en Journal of Hepatology destacan que la semaglutida disminuye hasta un 40% la grasa hepática en pacientes con hígado graso no alcohólico (NAFLD). Además, en ensayos fase II para esteatohepatitis (NASH), mostró mejoría en fibrosis e inflamación, abriendo esperanzas para un tratamiento eficaz.
Riñones: Reducción de albuminuria y progresión de enfermedad, el estudio FLOW, detenido anticipadamente por eficacia, confirmó que la semaglutida reduce un 24% el riesgo de empeoramiento de nefropatía diabética. También disminuye la albuminuria, marcador clave de daño renal, según publicaciones en The New England Journal of Medicine.
Seguridad y Tolerancia: Un perfil favorable, los efectos adversos más comunes son gastrointestinales (náuseas, diarrea), generalmente leves y transitorios. No se han reportado riesgos graves de hipoglucemia, pancreatitis o cáncer en estudios a largo plazo.
Evidencia del Mundo Real: Efectividad más allá de los ensayos, datos observacionales de EE.UU. y Europa confirman que pacientes en tratamiento con semaglutida logran mejorías sostenidas en peso, glucosa y presión arterial, validando su utilidad en la práctica clínica diaria.
Conclusión: Un cambio de paradigma terapéutico, la semaglutida no es solo un fármaco para la diabetes o la obesidad: es una herramienta multiorgánica que redefine el manejo de las enfermedades cardio-metabólicas. Su capacidad para reducir mortalidad, complicaciones y costos hospitalarios la convierte en un pilar terapéutico del siglo XXI. Sin embargo, su éxito dependerá de políticas que garanticen acceso equitativo y enfoques multidisciplinarios.
Fuentes: Ensayos STEP, SUSTAIN, SELECT y FLOW; publicaciones en NEJM, The Lancet y Journal of Hepatology (2020-2023).
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